La hija de Tara Wood, Norah, se preparaba para celebrar su cuarto cumpleaños. Un día antes del gran día, Norah le contó a Tara su afinidad con las personas mayores, su piel suave, sus gestos suaves y como, una vez que están llegando al final de sus vida, quiere demostrarles todo su amor antes de fallecer.
A Tara le conmovieron tanto las palabras de su hija, que las compartió en su página de Facebook. Al día siguiente era el cumpleaños de Norah, y después de las clases, Tará la llevó al supermercado para comprar unos pasteles.
Después de haber estado investigando en la pastelería, se detuvieron en la sección de liquidación, y antes de que Tara se diera cuenta, Norah estaba de pie en el carrito saludando a un hombre mayor que se encontraba en el mismo pasillo.
"¡Hola anciano! ¡Hoy es mi cumpleaños!" le dijo la niña, ansiosa porque el hombre de rostro pétreo y entrecejo ceñudo le respondiera con el mismo entusiasmo.
Tara se quedó avergonzada al oír lo de "anciano". Quería disculparse pero cuando fue a callar a la niña el hombre se paró se giró para mirar a la pequeña.
Lo que sucedió después comenzó con una cadena de reacciones que cambió la vida tanto de el hombre, como de Tara, Norah y su familia.
Tara Wood es una madre de 40 y tantos años, ama de casa y escritora. Ella y su marido, Garrett, son padres de siete hermosos hijos. Recientemente Tara publicó una anécdota sobre una de sus hijas:
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"El día antes del cuarto cumpleaños de mi hija Norah, se auguró un acontecimiento notable".
"La acababa de recoger de la guardería cuando me avisó de que había una persona mayor cruzando el parking muy despacio."
"Pasó a explicarme que tenía debilidad por la gente mayor: "me encanta la gente mayor porque caminan lento como yo y tienen la piel suave como yo. No les quedan muchos años de vida, por lo que quiero darles todo mi amor antes de que se vayan."
"Me llamó la atención su amabilidad y comprensión, por lo que lo publiqué en mi página de Facebook cuando llegamos a casa. No tenía ni idea de lo en serio que lo decía."
Al día siguiente, el día se su cumpleaños, otra vez camino a casa desde el colegio, me preguntó si podíamos parar en el supermercado y comprar unos pasteles para ella y sus hermanos para celebrarlo después de la cena.
¿Cómo iba a decirle que no el día de su cumpleaños?
"Metí a Norah y a su hermano en uno de esos carritos enormes en forma de coche, y nos dirigimos hacia la pastelería. Y una vez que cogimos los bizcochos, me detuve en un estante de liquidación que me llamó la atención. Mientras estaba distraída cogiendo y descartando unas botellas, Norah estaba de pie en el carrito, entusiasmada y agitada diciendo "¡Hola anciano! ¡Hoy es mi cumpleaños!"
"El hombre era mayor, de rostro pétreo y entrecejo ceñudo. Antes de que pudiera regañarle por haber llamado al hombre "anciano" o rezar porque le tragara la tierra, el hombre se detuvo frente a ella y se giró. Si le había molestado lo que había dicho la niña, desde luego no lo demostró. Su expresión se suavizó y dijo: "¡Hola señorita! ¿Y cuántos años cumples?" Charlaron durante unos minutos, el señor le deseó "feliz cumpleaños" y nos fuimos por caminos separados."
"Nos volvimos a encontrar al hombre un par de pasillos después y me acerqué a él y le dije: "Disculpe señor, se trata de mi hija Norah, le gustaría hacerse una foto con usted por su cumpleaños." Su expresión se transformó rápidamente de confundido a encantado.
"Dio un paso atrás, se apoyó en el carrito de la compra y colocó su mano sobre su pecho, "¿Una foto? ¿Conmigo?", preguntó.
"¡Sí, para mi cumpleaños!", contestó Norah.
"Y así lo hizo. Saqué mi móvil y posaron juntos. Ella colocó su mano suavemente en la parte superior de la mano del hombre. Sin decir palabra miraba con entusiasmo sus delgadas venas y sus degradados nudillos. Besó su mano y luegó su mejilla. Le preguntó su nombre y le dijo que le llamáramos Dan."
"Estábamos bloqueando a otros compradores pero no nos importó. Había sucedido algo muy especial en un supermercado y podíamos sentirlo. Norah y el señor Dan no se dieron cuenta de que estaban hablando como si fueran viejos amigos."
"Después de unos minutos, le agradecí al señor Dan que se hubiera tomado ese tiempo para conversar con nosotros. Se le llenaron de lágrimas y dijo: "No, gracias. Este ha sido el mejor día que he tenido en mucho tiempo. Me has hecho muy feliz, señorita Norah." Se abrazaron de nuevo y se alejaron, Norah lo observó hasta que lo perdió de vista."
"Estaría mintiendo si no reconociera que se quedó triste después del encuentro. Me quedé impresionada por lo que había pasado y pensé que quizás algunos de los que seguían mi página de Facebook querrían oírla. Por lo que puliqué la historia y una foto de los dos."
"Más tarde esa noche, recibí un mensaje privado de un lector local llamado Dan. Su esposa, María, había fallecido en marzo y él se encontraba muy solo desde que ella se había ido. Quería hacerme saber que mi hija le había tocado el corazón, y que probablemente nunca lo olvidaría. Le pedí su número y lo llamé un par de días más tarde."
"Le hicimos una visita en la acogedora y ordenada casa de Dan, donde mostraba orgullosos recuerdos de sus esposa por todos lados. Se había cortado el pelo, afeitado y llevaba pantalones y zapatos de vestir. Parecía diez años más joven. Había colocado en una mesa hojas de papel y colores para cuando fuera Norah. Estuvimos casi tres horas con el señor Dan ese día. Fue muy paciente y amable y estuvo continuamente conversando con mi hija."
"Norah pregunta por el señor Dan todos los días. Se preocupa por él. Le pregunta si se siente solo, si tiene frío o si le duelen los huesos. Quiere que se sienta bien y a gusto."
"Pero el señor Dan también piensa constantemente en Norah. Después de la última visita nos contó que desde que su esposa murió no había dormido ni una noche del tirón hasta que conoció a mi hija. "Norah me ha curado", me dijo. Eso me dejó sin palabras e hizo que se me cayeran las lágrimas."
"Norah y yo hemos hecho la promesa de ir a ver a Dan todas las semanas, aunque sólo sea un cuarto de hora para un rápido abrazo y llevarle un sándwich de queso danés (su favorito)."
"Le hemos invitado a pasar Acción de Gracias con nosotros. Ya forma parte de nuestra familia. Como dice Norah, "Cada vez le queremos más."
"A veces, hablar con un extraño puede conducir a nuevos y hermosos comienzos."
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