Cuando vamos al médico, confiamos plenamente en que van a hacer todo lo posible para ayudarnos. Pero a veces se nos olvida que ellos también son humanos y cometen errores. Algunos se esfuerzan al máximo para minimizarlos todo lo que pueden, y otros no tanto. El gran problema es que estos errores pueden provocar problemas de por vida en los pacientes, e incluso ser letales.
10 Terroríficas historias sobre errores médicos 1- Robert Stuart y Darren Hughes
Robert Stuart y Darren Hughes necesitaban trasplantes de riñón y llegaron dos. Argiris Asderakis, el cirujano que aceptó los riñones, afirmó que los pacientes sabían que había un riesgo significativo porque el donante había muerto de meningitis. Ambos pacientes los aceptaron y murieron de meningitis poco después.
Los riñones estaban infectados con un raro gusano parásito llamado Halicephalobus gingivalis, que se encuentra principalmente en los caballos. En ese momento, no había ninguna prueba que pudiera determinar si los riñones estaban infectados con el parásito o no. Las familias de los pacientes dijeron que no se les había proporcionado toda la información relacionada con los riesgos asociados con los trasplantes de órganos.
2- Andy Warhol
En 1987, Andy Warhol requirió cirugía de vesícula biliar. La intervención resultó exitosa, pero poco después entró en coma y murió. Una investigación encontró que en el momento de su muerte, Warhol sufría anemia. Después, sin embargo, se descubrió que Warhol había estado recibiendo el doble de la cantidad de líquidos que necesitaba, lo que provocó que su cuerpo se drenara de minerales, lo que provocó su muerte.
Había sido desatendido, y la presión interna se acumuló, causando insuficiencia cardíaca. De acuerdo con el médico privado de Warhol, el Dr. Denton S. Cox, el artista de 58 años no había sido evaluado por ningún médico, y las enfermeras rara vez, o nunca, lo controlaban. Estaba recibiendo morfina, lo que junto con la pérdida de nutrientes debido al exceso de líquidos, hizo que su cuerpo se llenara. Durante su autopsia, se descubrió que los pulmones y la tráquea de Warhol se habían llenado completamente de líquido.
3- Pablo García
Este niño de 16 años ingresó en el hospital para una colonoscopia para examinar pólipos intestinales. Lo que debería haber sido un procedimiento completamente rutinario casi se convirtió en una tragedia letal.
Pablo García tenía un raro trastorno genético llamado síndrome de deficiencia de NEMO, que causa infecciones recurrentes y problemas gastrointestinales. Mientras estaba en el hospital, le recetaron Septra para combatirlas. La cantidad de medicamento se suele calcular con un programa llamado Epic EHR. El programa se había establecido en "miligramos" según el peso del paciente. Sin embargo, la enfermera que lo trataba reinició el programa y no entendió que ahora se había establecido en "miligramos por kilogramo". Cuando obtuvo la dosis de Septra, la multiplicó por el peso del paciente. Poco después, Pablo tuvo una gran convulsión, y estuvo a punto de morir. Afortunadamente, logró sobrevivir.
4- Regina Turner
Regina Turner se enfrentó a la peor pesadilla de cualquier paciente: recibir la operación incorrecta. Había sido ingresada en el hospital por un "bypass de craneotomía en el lado izquierdo", que se suponía que evitaría que Turner continuase teniendo derrames cerebrales.
En lugar de un bypass del lado izquierdo, le hicieron un by-pass en el lado derecho, lo que causó un daño considerable a su sistema nervioso. Una vez que se dieron cuenta del error, se realizó el procedimiento correcto, pero Turner permaneció con problemas de salud.
5- Richard Smith
Richard Smith, de 79 años, padecía una enfermedad renal, que requería de diálisis. En 2010, se sometía a diálisis cuando comenzó a experimentar dificultad para respirar. Al día siguiente, se quejó de un dolor de estómago. Le recetaron un antiácido, o eso creía.
Se trataba de pancuronio, un relajante muscular y paralítico que se usa para la intubación en pequeñas dosis y para la inyección letal en las más grandes. Después de tomarlo, Richard dejó de responder. Había entrado en paro respiratorio. Aparentemente, el paquete del antiácido y del relajante eran muy parecidos, lo que provocó la confusión. Los médicos trataron de reanimarlo, pero tenía muerte cerebral y estuvo en estado vegetativo hasta su muerte un mes después.
6- Alyssa Hemmelgarn
En 2007, Alyssa Hemmelgarn, de nueve años, ingresó en un hospital de Denver, donde le diagnosticaron leucemia. Después de una semana de tratamiento, Alyssa parecía estar mejor, pero una noche, empezó a encontrarse peor. Poco después, comenzó a experimentar síntomas graves y murió.
La causa de la muerte no fue por la leucemia sino por Clostridium difficile, una infección adquirida en el hospital. Nadie logró encontrar la infección antes de que Alyssa muriera. Resultó que un médico había notado que Alyssa estaba "ansiosa", por lo que se le administró Ativan, lo que podría haber ocultado sus síntomas. Otra razón por la cual no se hizo nada es el costo prohibitivo para tratar infecciones graves de este tipo. Los antibióticos inyectados directamente en una vena cuestan $50.000, lo que hace que muchos médicos no los usen a menos que sea absolutamente necesario.
7- Jack Startz
En 1979, el especialista en oído, nariz y garganta, Jack Startz, encontró una mina de oro en inyecciones de silicona. Las realizaba constantemente sin tener en cuenta a sus pacientes porque necesitaba el dinero. Los resultados daban miedo: Elaine Young, fue una de las víctimas de sus prácticas. Recibió inyecciones mensuales de silicona de Startz, y aunque al principio los resultados parecían desafiar la realidad, al cabo de tres años algo empezó a ir mal.
La silicona empezó a moverse, deformándole el rostro de forma severa. Trató de contactar al Dr. Startz, pero él no respondió sus llamadas. Se presentaron más de 100 demandas en su contra. Entre 1965 y 1979, Startz había inyectado silicona a más de 2.000, muchas de las cuales estaban experimentando los mismos efectos que Young. Debido a los problemas legales y al abuso de sustancias, Jack Startz se suicidó en 1985.
8- Riley McDougall
A Riley McDougall le recetaron antibióticos para un resfriado. Cuando comenzó a tomarlo, la niña se quedó aturdida y experimentó aterradoras alucinaciones, por ejemplo, trató de quitar las barandillas de la escalera, pensando que eran cortinas. Acudió al médico y le dijeron que se debía a otro medicamento que tomaba, pero al volver la casa la niña empezó a experimentar visión doble.
Cuando contactó con la farmacia donde había comprado las pastillas, se dieron cuenta de que se habían equivocado al darle el antobiótico, confundiéndolo con Ambien, un medicamento que puede aliviar el insomnio en adultos; pero que en niños puede tener efectos mentales terribles.
9- Barry Morguloff
Barry Morguloff fue al hospital quejándose de dolor de espalda. Le aplicaron inyecciones de esteroides, pero no ayudaron. Entonces lo remitieron al Dr. Christopher Duntsch para una fusión espinal, una cirugía delicada que trabaja directamente con los nervios de la médula espinal. Cuando Morguloff salió de la cirugía, el dolor seguía allí; de hecho, había empeorado. Le dieron analgésicos, pero después de seis meses, seguía sufriendo.
Cuando otro médico examinó a Morguloff, descubrió que los fragmentos de hueso se habían quedado en los nervios y que el soporte físico de su columna vertebral se había instalado incorrectamente. No es que Duntsch no fuera un médico competente, es que tomaba drogas mientras trabajaba. La razón por la que le habían permitido operar era por el hecho de que el hospital le había adelantado $600.000 para mudarse de Tennessee a Dallas, y querían recuperar su inversión sin importar las consecuencias.
10- Rodney English
Rodney English, de 34 años, había estado entrando y saliendo del hospital la mayor parte de su vida debido a la espina bífida, un trastorno congénito. Una de las veces que se operó por una infección necesitó una transfusión de sangre. Después de la intervención, parecía recuperarse muy bien. Sin embargo, su novia notó rápidamente que algo iba mal. No podía mantenerse despierto, y un día, se durmió y nunca despertó.
No fue su condición o el procedimiento lo que lo mató, sino una transfusión de sangre mal etiquetada. Y por si fuera poco, no informaron a su familia del error. Les dijeron que había muerto a causa de "anemia".
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