El Síndrome K: la enfermedad inventada para engañar a los nazis y salvar miles de vidas

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La Segunda Guerra Mundial nos ha dejado momentos realmente sombríos que todavía recordamos en nuestros días, sin embargo, multitud de historias de valentía y solidaridad se forjaron también en ese momento con el único objetivo de luchar contra la maldad del régimen totalitario alemán.

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Esa misma meta es la que se impusieron el grupo de médicos italianos que protagonizan esta historia.

Un grupo de valientes que se jugaron la vida para intentar salvar a totales desconocidos con una de las artimañas más extraordinarias jamás vistas: inventar una enfermedad tan contagiosa y tan mortal que los soldados nazis tuviesen demasiado miedo de acercarse a cualquier enfermo.

El Síndrome K: la enfermedad que salvó la vida de decenas de judíos

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Albert Kesselring en Italia

Aunque sus acciones no se revelaran hasta 60 años más tarde, el refinado plan se comenzó a orquestar el 16 de octubre de 1943, después de que los nazis asaltaran un gueto judío cercano al río Tíber (Roma).

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A medida que los judíos eran perseguidos, un grupo de valerosos médicos decidieron ocultar a tantos fugitivos como pudieran entre las paredes del hospital Fatebenefratelli.

Al comprobar la poca efectividad de sus medidas, los médicos, entre ellos Vittorio Sacerdoti y un cirujano llamado Giovanni Borromeo, elaboraron un plan para diagnosticar a los refugiados con una enfermedad ficticia que terminarían llamando "Síndrome K".

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Para lograr su objetivo, los nazis tenían que creer que estos pacientes tenían una enfermedad letal capaz de infectar a cualquiera que entrara en contacto con los infectados.

El nombre de "Síndrome K" fue ideado por el doctor Adriano Ossicini, un médico antifascista que trabajaba en el hospital y que sabía que necesitaban un medio para que el personal diferenciara qué personas eran realmente pacientes y quienes eran judíos buscando refugio.

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Cuando un médico aparecía con un paciente con "síndrome K", todos los que trabajaban en el hospital sabían qué pasos debían seguir. "Ser diagnosticado con el síndrome K, era lo mismo que admitir que eras judío.

La idea de bautizar una supuesta enfermedad mortal con la inicial de los carniceros alemanes Kesselring o Kappler fue mía", contaba Ossicini años más tarde.

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El nombre de la enfermedad hacía referencia a Albert Kesselring, el comandante nazi que, entre otras cosas, estaba a cargo de la ocupación alemana en italia. Herbert Kappler por su parte, fue el jefe de la SS responsable de diferentes matanzas durante 1944.

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Para que el plan tuviese éxito, los médicos debían encontrar alguna forma de hacer que la enfermedad pareciese real cuando las tropas nazis peinaran el hospital.

Para ello, los médicos dispusieron salas especiales llenas de "víctimas" del síndrome K, a la vez que avisaban a todos los soldados que entrar en esas salas suponía correr el riesgo de contagiarse con una enfermedad altamente contagiosa, desfigurante y mortal.

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Las tropas nazis, aterrorizadas con la posibilidad de contraer la misteriosa dolencia, ni siquiera se molestaron en inspeccionar a la gente de las habitaciones cuando allanaron el hospital.

Además de inducir el miedo en los soldados, los doctores enseñaron a toser violentamente a los "enfermos" para rechazar cualquier inspección que quisiera realizar algún soldado curioso.

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El Holocausto en Italia. AP

"Los nazis pensaron que era cáncer o tuberculosis y huyeron como conejos", dijo el doctor Sacerdoti a la BBC en 2004.

Los médicos no recibieron ningún tipo de reconocimiento hasta más de medio siglo después, cuando su extraordinaria invención fue finalmente revelada.

Además de salvar decenas de vidas, Borromeo también orquestó la transferencia de numerosos pacientes judíos desde los hospitales de los guetos hasta el Fatebenefratelli con el fin de proporcionar mejores tratamientos en un ambiente más seguro.

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El propio hospital fue reconocido como "Casa de la Vida" por la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, la cual se encarga de acreditar a las personas que voluntariamente ayudaron durante el Holocausto.

En los años previos a las incursiones, el hospital ya se había convertido en un refugio para los judíos. La administración del hospital incluso permitió que médicos como Sacerdoti (un judío que había sido despedido de otros empleos anteriormente por su religión) pudiera trabajar con documentación falsa.

No existe un número exacto de las personas que sobrevivieron gracias a la acción de los médicos del el Fatebenefratelli. Lo que realmente importa es que la rápida actuación y el ingenio de médicos como Sacerdoti, Borromeo y Ossicini fueron un rayo de esperanza en un momento en que los finales felices eran muy escasos.

¡Comparte la historia del síndrome K con todos tus amigos! Fuente: Mentalfloss, BBC, Raoulwallenberg

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