Aragon era un perro adorable y familiar que quería a todo ser vivo que se encontraba en su camino. Le gustaba pasear y jugar con su familia. Aragon es un perro adoptado, por lo que es un animal muy agradecido y cariñoso con su nueva familia y todos los que viven a su alrededor.

Aragon también tiene un hermano mayor con el que le encanta pasar el rato, pero no tenía hermanos menores con los que jugar todo el tiempo. Lo que no sabía era que este problema se iba a solucionar.

Yo solía pensar que los perros y los gatos nunca podrían ser amigos, pero Aragon parece ir en contra de todos esos estereotipos. Por suerte, Aragon no es el único que siente una debilidad con las pequeñas criaturas felinas.

Una tarde, cuando el dueño de Aragon lo sacó a dar un paseo, como cualquier día, Aragon actuó de forma extraña cuando descubrió algo a un lado de la carretera que lo hizo detenerse. Una pequeña caja de cartón le había llamado su atención y se acercó cautelosamente a ver qué era lo que escondía la misteriosa caja.

A simple vista, era una caja de un casco de bicicleta, pero lo que Aragon encontró en su interior, no se parecía a un casco en absoluto.

Cuando su dueño abrió la caja, la sorpresa que se llevaron al encontrar a cuatro pequeños gatitos dentro fue inesperada. Aragon y su dueño sabían que no podían dejarlos allí, así que decidieron llevarlos a casa.

Al ser Aragon un perro adoptado, sabía perfectamente el significado de la soledad y del abandono, por lo que decidió hacerse cargo de los gatitos y tratarlos como si fueran sus propios hijos.

Espero que te haya gustado esta bonita historia y, como siempre, publica  tus impresiones en la sección de comentarios.

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