Un pequeño gato abandonado y solitario entró en un almacén y comenzó a llorar desconsoladamente sin parar. Se escondía de todo el mundo que pasaba cerca ya que solo tenía unos días de vida y estaba muy asustado.
Por suerte para él, una pareja lo encontró en el almacén y decidieron que tenían que hacer algo al respecto. La pareja tuvo que trazar un plan para conseguir que el gato se acercara a ellos ya que les tenía mucho miedo.
David y su mujer compraron comida para gatos y dos grandes recipientes, uno para el agua y otro para la comida y fueron al almacén. Al principio el gato era cuidadoso y no se acercaba pero tenía mucha hambre y terminó por salir de su escondite después de un par de horas para acercarse a la comida y el agua lentamente.
La pareja se sentó junto a el gato y esperaron a que les aceptara mientras devoraba toda la comida. Cuando se sintió satisfecho el pequeño levantó la cola y se acercó a ellos con una mirada mucho más tranquila.
Después de varias semanas, el gatito por fin se sentía seguro en su presencia, por lo que el gato les aceptó rápidamente y se dejó adoptar por esta pareja.
Lo metieron en un transportín y se lo llevaron a casa. Decidieron llamarle Oliver, aunque la mayoría de las veces lo llaman Oli de forma cariñosa. Al principio seguía un poco asustado y desconfiado pero conforme pasaban los días cada vez se sentía mejor en la casa y ya se dormía incluso en el regazo de sus nuevos dueños.
Pasó semanas llorando en un almacén solo y desesperado pero por suerte ha encontrado un hogar y ahora no va a tener de nada que preocuparse.
Nos alegra muchísimo escribir historias de animales abandonados como ésta con finales felices
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Fuente Shareably