Erik Plucas estaba acostumbrado a pasear por el campo, por ello cuando un día en uno de sus tranquilos paseos se encontró por sorpresa una cría de alce que no tendría más de dos semanas tirada en el suelo, su corazón se conmovió. Era una imagen quebrantadora, se notaba que tenía mucha hambre, estaba triste y las moscas rodeaban todo su cuerpo. Plucas ha explicado que el pequeño tenía tan poca fuerza que ni corrió cuando se asustó al intentar acercarse a él.
Plucas dedujo que la madre del pequeño probablemente había sido atacada por algún cazador, ya que son comunes en la zona, y la cría había conseguido escapar. Decidió llevarse a la cría de alce al interior de su casa para decidir qué hacer.
[the_ad_placement id="social-sharing"]
Llamó a varios amigos de los servicios animales para pedir consejos y todos fueron bastante cortantes, lo mejor era no inmiscuirse y dejar el asunto en manos de otros.
Se negó a hacerle caso a las autoridades y decidió ayudar al pequeño alce. Mientras los servicios animales llegaban, recogió algunas hojas y un poco de leche e intentó que el alce comiera un poco.
Los servicios animales no llegaron hasta el día siguiente, pero no había nada que pudiesen a hacer al respecto ya que Lituania no tienen ningún tipo de institución que se encargue de este tipo de animales y tan sólo querían devolver al alce al bosque de nuevo. Plucas sabía que eso significaba que tarde o temprano los cazadores lo encontrarían, por lo que llegó a un acuerdo y se quedó a cargo de la cría.
Las primeras semanas fueron las más complicadas ya que tenía que alimentarla cada pocas horas y lloraba cada vez que Plucas se iba al interior de la casa. El chico se quedó a dormir con la cría en el granero varias noches para hacerle compañía y que se sintiera seguro.
Descubrió entonces que era una hembra y la llamó Emma.
Emma fue creciendo, por lo que Plucas la llevaba a dar paseos por el bosque para ayudarla a recuperar su relación con la naturaleza. Emma tenía mucho miedo de adentrarse en el bosque al principio, pero como siempre seguía a Plucas allá donde iba no vio más remedio que seguirle durante los paseos.
Cuanto más crecía, más segura se sentía en el bosque, por lo que llegó un momento en el que fue adecuado que se fuera de regreso a su hábitat natural.
Las primeras noches no volvió a casa y Plucas pasó un periodo un poco malo adaptándose a su ausencia, pero después Emma empezó a volver todos los días para visitar a Plucas. El chico le da siempre premios y comida en sus visitas y pasan tiempo juntos en el pequeño lago.
Es una muestra de gran cariño por parte del alce que se muestra agradecida de que le salvara la vida.
Plucas siempre tenía la preocupación de que Emma sufra un destino fatal por culpa de los cazadores por lo que reunió a todos los conocidos de la zona para que no le hicieran nada a Emma.
Emma vive ahora en la naturaleza pero sigue visitando a diario a Plucas. El chico escribió en sus redes sociales 'A veces me preguntó si fui yo quien la salvó o si ella me salvó a mí'. Lo que no hay duda es que el amor que sienten es verdadero y que se encontraron cuando más lo necesitaban.
Comparte la historia de esta alce con todos tus amigos y familiares. Fuente The Dodo