Bunny es una becerra que llegó a la granja de Sugarshine después de escapar de su lecho de muerte. En su granja anterior, le daban palizas diariamente y estuvo a punto de morir.
La mujer que la rescató no podía mantenerla por lo que Kelly Nelder, dueña de la granja Sugarshine, se la quedó junto a otros tres lechones, y uno de ellos se llamaba Baby.
Bunny seguía muy delgada y débil y, por mucho que Kelly lo intentase, parecía que no se recuperaba.
Una mañana, mientras ella se preparaba para darle de comer a Bunny, Baby, el cerdo, entró en la habitación.
Al instante, se acercó a la ternera y empezó a acariciarle toda la cara con su hocico.
Kelly le echó, pero Baby insistía en quedarse con su nueva amiga.
En cuanto Kelly le dejó entrar, corrió para acurrucarse al lado de Bunny.
Kelly se sorprendió de lo bien que se llevaron los dos y decidió dejarles juntos.
Aún así, la salud de Bunny lo único que hacía era empeorar.
Kelly llevó a Bunny al veterinario porque le entró neumonía, y, a pesar de estar medicándola, la pobre no podía a penas masticar y ni siquiera podía levantarse para hacer sus necesidades.
Durante lo que parecía su última hora de vida, a Bunny le estaban dando convulsiones sin parar, estaba sufriendo tanto que Kelly decidió que lo mejor era sacrificarla.
Pero Baby nunca se alejó de su lado, le acariciaba todo el rato a pesar de sus ataques hasta que sucedió un milagro.
Los episodios de convulsiones cedieron y Bunny comenzó a mejorar.
Poco a poco fue recuperando su salud y comenzó a utilizar sus piernas. Baby no se separó de ella ni un solo instante.
A día de hoy, Bunny aún necesita medicación, pero está feliz y sigue luchando por su vida.
Kelly sigue sorprendida por como el cariño de Baby ha hecho que esta preciosa ternera se recuperase después de estar al borde de la muerte.
El vínculo tan especial que les une es capaz de superar cualquier barrera.
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