Se estima que sólo en los Estados Unidos aproximadamente 30 millones de personas utilizan con frecuencia las cabinas para broncearse, de las que al menos 2,3 millones son adolescentes. De acuerdo con EE.UU más de 400.000 casos de cáncer de piel al año están relacionados con el uso de estos dispositivos.
Ashely Trenner era una adicta al bronceado. Desde que se mudó a vivir al estado de Washington usó estas máquinas casi todos los días del año. El hábito de broncearse comenzó cuando estaba en el instituto y con los años se convirtió en una adicción en toda regla.
De acuerdo con la Fundación de Cancer de Piel, la radiación ultravioleta incrementa la generación de sustancias que hacen que nos sintamos bien y que puede derivar en una cierta adicción.
Ashley creció siendo dependiente de las endorfinas que le producía la exposición a los rayos UV, sentía que tenía mejor aspecto cuando estaba bronceada.
A pesar de las súplicas de la madre para que dejara de autobroncearse cuando tenía 20 años, Ashely pensó que era inmune a los posibles peligros y no hizo caso de la lesión que estaba generando a su piel. Un día la lesión era demasiado dolorosa para ignorarla, así que pidió una cita con su dermatólogo.
Lo que sucedió después es algo que todos deberíamos de conocer. Podría salvarte la vida.
Ashley siempre fue bella y tuvo un bonito físico, pero su piel le hizo perder la cabeza. Durante 15 años consecutivos visitó las cabinas de bronceado varias veces a la semana.
Era divertida, salía de fiesta con sus amigos, pero al igual que ocurre con muchos adolescentes tenía problemas de autoestima.
Durante el instituto Ashley comenzó a realizarse tratamientos de autobronceado con su madre. En un primer momento, lo hacía antes de alguna fecha especial o si iba de vacaciones. Pero a medida que pasaba el tiempo, Ashely lo convirtió en un hábito que no podía dejar de realizar.
Cuando cumplió los 20 años su madre le suplicó que abandonase la terrible adicción que padecía. "Pensé que era inmune al cáncer de piel" escribió Ashely en su blog...
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Un año después de que se retirase un tumor benigno de la piel, éste volvió a aparecer y Ashely simplemente lo ignoró. Cuando la lesión era demasiado dolorosa fue a ver a su dermatólogo, quien le diagnóstico un melanoma muy avanzado a sus 33 años.
Desde aquel día, Ashely se embarcó en una misión para concienciar a todas las personas los peligros que puede acarrear utilizar en exceso las maquinas bronceadoras. Un canal de televisión la entrevistó desde su cama. Por aquel entonces tenía la mitad de su cara paralizada debido a los tumores. "He pagado mucho dinero para encontrarme en esta posición" dijo a la televisión, "Literalmente he pagado por esta terrible enfermedad que me está matando".
Después de que su noticia fuera retransmitida en las noticias, incontables desconocidos apoyaron a Ashley y a su familia.
En su lecho de muerte, Ashley reveló su deseo final. "Me sentiría muy afortunada si tan solo pudiese concienciar a una persona".
El 13 de marzo del 2013 Ashley falleció tras siete años de lucha contra el melanoma.
Impulsados por la historia de Ashley , se instauraron nuevas regulaciones en los estados de Washington y Oregon para controlar el uso de las máquinas bronceadoras. En el primer aniversario de su muerte, las dos hijas adolescentes de un amigo cercano a Ashley hicieron que cientos de estudiantes firmaran un documento donde prometían que nunca utilizarían una cabina bronceadora.
La historia de Ashley es algo que todos debemos de conocer. Ignoramos los peligros que conlleva una exposición prologada al sol hasta que que nos encontramos en una situación de la que es muy difícil salir. Tomar las precauciones adecuadas no cuesta nada y puede salvarte la vida.
Comparte la historia de Ashley con todos tus amigos y ayuda a difundir su mensaje.
Fuente: Littlethings