Para entender bien las diferencias entre realismo e idealismo, es necesario en primer lugar hacer una sencilla definición de ambos conceptos.
Decimos que una persona es idealista cuando tiene una visión de las cosas siempre positiva, tal vez rayando la ingenuidad, y dotando dicha visión con una carga positiva de optimismo a veces no justificado. El realismo por el contrario tiende a tener una visión más pragmática de las cosas, sustituyendo ese optimismo a toda costa del idealista por una percepción puramente objetiva de los acontecimientos y situaciones que se desarrollan en su entorno.
Por tanto el idealismo se centra en "lo que podría ser" mientras que el realismo se centra en "lo que realmente es".
En la filosofía, cuando se habla de los problemas de la percepción, el idealismo es una teoría que afirma que nuestra realidad está determinada por nuestros pensamientos e ideas; mientras que el realismo, por su parte, plantea que la realidad tiene una existencia absoluta independiente de nuestros pensamientos, ideas e incluso la conciencia.
En el clásico ejemplo de la percepción del vaso medio lleno o medio vacío, observamos que los idealistas tienden a tener un planteamiento positivo, es decir, ven el vaso medio lleno. Entre los realistas, muchos no sostienen el punto de vista opuesto o negativo, pero ven la situación a través de unos ojos menos esperanzadores. Suelen ser etiquetados de gente muy racional que sopesan todas las opciones antes de tomar una decisión. así pues los realista pueden llegar a tomar decisiones más seguras y prácticas que los idealistas, que pueden tomar decisiones más arriesgadas.
Todo ello no quiere decir en absoluto que unos sean mejores que los otros. Los realistas pueden llevar una vida exitosa basada en la toma de decisiones razonadas y coherentes, pero también pueden pecar de ser demasiado "racionales" y quedarse estancados en la mediocridad. Los idealistas, más impulsivos e instintivos, pueden tener problemas al no preveer convenientemente sus decisiones, pero también pueden llegar a tener mucho éxito tomando decisiones audaces en un momento determinado.
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