¿Estás acomplejado por tu cuerpo? ¿Es algo en lo que piensas constantemente?
Desgraciadamente, muchas personas se sienten inseguras por su físico. Nosotros mismos somos los más críticos y duros con nuestro aspecto o nuestro comportamiento. La vida puede ser una verdadera tortura si no somos felices y no nos aceptamos tal y como somos, sin embargo, muy pocos son capaces de conseguirnos. Desgraciadamente, los complejos no distinguen entre credos ni religiones, afectan a todo el mundo por igual, incluso las personas más bellas y atractivas tienen algún defecto del que se avergüenzan y por el que sienten inseguridad.
A continuación te mostramos una divertida historia para que intentes aprender a aceptarte tal y como eres y no le des tanta importancia a tus complejos. Recuerda que seguramente la mayoría de tus "defectos" pasan desapercibidos al resto de las personas, así que no te tortures.
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Hace unos años, durante los meses de verano me ocurrió algo realmente sorprendente. Me fui a la cama una noche cualquiera y cuando me desperté, ¡me habían robado mis piernas! Sí, tal y como te cuento, se habían llevado mis preciosas y perfectas piernas y me las habían cambiado por las de otra persona. ¡Qué pesadilla! Las de ahora eran muy grandes y gruesas. ¿Quién haría semejante cosa? ¿Quién querría mis piernas? ¿De quién eran las piernas celulíticas que tenía ahora? ¿Qué me había pasado?
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Me pasé el verano entero buscando mis piernas pero todo mi esfuerzo fue en vano. Las busqué en piscinas, en playas... fui a cualquier lugar donde pudiesen estar al descubierto y así poder reconocerlas pero nada. Me llegué a obsesionar, sólo soñaba con piernas con grasa y celulitis. Al final me resigné y acepté la idea de vivir sin mis queridos pantalones ajustados.
Entonces, justo cuando empezaba a bajar la guardia, los ladrones actuaron de nuevo. Mi culo fue lo siguiente que me desapareció. Sé que fue la misma banda de ladrones, porque el culo era de la misma persona que las piernas. Encima lo colocaron fatal, tuvieron la desfachatez de ponérmelo 5 centímetros más bajo que el original. Completamente desesperada recé para que las faldas estuviesen de moda para siempre.
Parecía que había llegado la calma cuando de repente me di cuenta de que me habían reemplazado los brazos, no podía ser verdad... Aún recuerdo esa maldita mañana, estaba tan tranquila arreglándome el pelo cuando vi horrorizada cómo mi brazo, el cual siempre estuvo muy tonificado, ahora estaba flácido y se balanceaba al compás del peine. Estaba aterrorizada, alguien estaba cambiando mi cuerpo sin que me diese cuenta.
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¿La edad? La edad no tiene nada que ver con eso. Estaba siendo atacada por algún ladrón obsesionado por cuerpos esculturales como el mío, estoy segura. Durante la siguiente primavera, no le quitaba ojo a los brazos de cualquier mujer que veía. Los estudiaba desde todos los ángulos para ver si eran los míos. En privado, siempre que tenía la oportunidad, me dedicaba a hacer ejercicios con los brazos para ver si podía endurecerlos como los que tenía antes, pero nada funcionaba con ese par de morcillas que tenía ahora por brazos. Aunque me dolió en lo más profundo, tuve que renunciar también a llevar camisetas de manga corta en público.
Estaba totalmente hundida. ¿Qué sería lo próximo que me arrebatarían? Poco después, tuve que despedirme de mi precioso cuello para llevar uno que parecía provenir de un pavo.
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He decidido contar mi historia porque ya sé donde pueden estar mis preciadas extremidades. Estoy convencida de que las tienen los cirujanos plásticos. Seguro que no es precisamente plástico con lo que arreglan algunos cuerpos. La próxima vez que veas a una persona que se ha sometido a una operación presta mucha atención, puede que su bonito trasero te resulte familiar o que su tersa piel sea la que te falta ahora a ti.
Incluso descubrí quién tiene mis piernas ahora. Espero que Cindy Crawford haya pagado un buen precio por ellas.