Hacer trampas puede ser realmente fácil, especialmente si la única persona a la que engañas es a ti mismo, y ya ni hablemos si, como insiste Internet, te dicen que incluso puede ser bueno para ti.
Solo hace falta indagar un poco por la Web para encontrar numerosas historias de personas que alaban los beneficios de implementar un "día trampa" en la dieta. El día trampa en cualquier dieta no es más que un día o mejor dicho una comida y una cena en la que el que la realiza se la salta completamente y se come lo que le apetezca en ese momento.
La idea que respalda este habitual comportamiento es que, de acuerdo con algunos estudios, cuando una persona hace dieta, su cuerpo se acostumbra a recibir menos calorías y y de igual forma, comienza a quemar menos calorías.
La única forma saludable de hacer un 'día trampa' es no hacer un día de trampa
Por esta razón, ingerir unas cuantas calorías adicionales de vez en cuando puede interrumpir esta adaptación. Además, también supuestamente disminuye la grelina (la hormona que te dice que tienes hambre) y aumenta la producción de leptina (la hormona que le dice a tu cuerpo cuándo estás lleno).
En resumen: dejando el día trampa a un lado, al final terminas comiendo menos.
Algunas personas incluso llegan a afirmar que los días trampa son la clave de cualquier dieta exitosa, tanto por los motivos enumerados anteriormente como por el hecho de que todos sabemos que es muy difícil seguir la dieta todo el tiempo, por lo que es bueno establecer un día para fallar.
Sin embargo, no todos están de acuerdo. Los nutricionistas, Jason Boehm y Matt Kadey, creen que si se hacen mal, los días trampa pueden ser francamente desastrosos. Si quieres darte un homenaje de vez en cuando, hazlo bien.
No dediques un día entero: haz una o dos comidas trampa por semana
"Si te pegas un festín durante todo un día, puedes terminar ingiriendo una cantidad tan grande de calorías, grasas, carbohidratos simples y sal que necesitarás un par de días para recuperarte", sostenía Kadey. "Tu cuerpo no vuelve a la normalidad por arte de magia de un día para otro".
También hizo referencia a un estudio que mostraba que las personas que no siguieron la dieta durante dos días no redujeron sus calorías lo suficiente en los días posteriores, y que también se sentían más hambrientas.
Hazlo en uno de tus días de entrenamiento, preferiblemente después de entrenar, y hazlo en menos de una hora
"Básicamente, si comes en una hora o menos después de haber entrenado, no experimentas una segunda liberación de insulina que propicia el almacenamiento de grasa", decía Boehm, a la vez que citaba algunos estudios realizados por los doctores Rachael y Richard Heller sobre la liberación de insulina bifásica.
Si comes después de entrenar, tu cuerpo habrá creado un déficit de calorías que podrás llenar con tu comida trampa. Solo asegúrate de tomar mucha proteína, grasa saludable y fibra además de tu antojo para conseguir una estabilidad nutricional.
Intenta incorporar un poco de comida saludable en tu plato trampa
Kadey citaba un estudio que sugería que tomar un plato en el que combinamos algo que nos encanta con algo que no nos gusta hace que nuestro cerebro piense que la comida saludable es tan deliciosa como una comida poco saludable como una pizza o una hamburguesa con queso.
En general, el mejor consejo para los días trampa es el mismo que para cualquier otro engaño: hazla con precaución. Hacer trampa puede ser agradable y psicológicamente satisfactorio, al menos con la comida. Pero al final, se trata de ti. ¿Eres del tipo de persona que sabe volver a la rutina?