Vamos a ver, ¿quién no sabe aliñar una ensalada? Pues aunque parezca una tarea para críos, puede que tú mismo no sepas hacerlo como es debido.
Sí, como lo oyes, hasta echar aceite, vinagre y sal sobre unas verduritas tiene su truco. Así que por muy cocinillas que te creas, puede que lleves toda tu vida aliñando mal una simple y sencilla ensalada.
"¿Qué podría salir mal?", te estarás preguntando en este momento. Pues bien, resulta que en este caso, el orden de los factores sí que altera el producto. No es lo mismo empezar por el aceite, que dejarlo para el final.
El orden correcto a la hora de aliñar una ensalada es echar primero la sal, luego el vinagre y, por último, el aceite. Y eso es así, aquí y en Pekín.
Ahora vendrás con que tu familia lo lleva haciendo de otra forma todo la vida. Pues siento decirte que lo han estado haciendo mal. Tranquilidad, no lo decimos nosotros, lo dice la ciencia.
Todo se puede explicar con un poco de química básica. Llega el momento de desempolvar vuestros libros de instituto: el aceite es apolar, por lo que crea una película sobre los alimentos impidiendo que lo que se añada después (en este caso la sal y el vinagre) pueda ser absorbido.
Teniendo esto en mente, lo ideal sería empezar por la sal, entre otras cosas porque al ser muy soluble en agua, penetrará fácilmente en alimentos como el tomate. A continuación, los restos de sal que hayan podido quedar, serán disueltos por el alto contenido en agua del vinagre. Y, por último, el aceite creará una película que ya no impedirá que el resto de condimentos hagan su trabajo. ¿Lo pillas?
Si ya quieres el sobresaliente, es recomendable que esperes hasta el último momento para aliñar una ensalada. De esta forma impediremos que las hojas de lechuga y otros ingredientes se pongan "pochas" por la acción del aceite.
Y, por supuesto, usa un buen aceite de oliva virgen extra, el vinagre que más te guste, y huir de esas terribles reducciones de vinagre de Módena que en los últimos años se han cargado tantas ensaladas.
Otra buena idea es recurrir a las vinagretas. No sólo porque las posibilidades de aderezos se multiplican, sino porque es una forma sencilla de que la ensalada aguante aliñada más tiempo sin estropearse y los sabores se mezclen mejor con los vegetales crudos.