En estos días donde los telediarios nos bombardean con historias de guerra y terrorismo y parece que solo llegan a nuestros oídos malas noticias; pero no hay que desperdiciar la oportunidad de reírnos cuando tenemos la ocasión, y más cuando estamos rodeados de buena compañía.
La realidad es que en los pequeños detalles de la vida es donde está la felicidad; son en esos pequeños gestos cotidianos en los que nos reímos de uno mismo en los que encontramos un poco de respiro y alegría.
En esta ocasión, te mostraremos una historia compartida por Damien, un chico que vivió unos de los momentos más divertidos de todo el año durante una comida familiar. Difícil de creer, ¿verdad? ¿Y si te digo que la protagonista es una anciana de 93 años?
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Sigue leyendo para conocer la historia de Damien. Aunque es algo corta, seguro que te saca una sonrisa.
Garuyo
Hace algunos días, mi familia y yo fuimos a cenar a un restaurante que nos encanta llamado "The Olive Garden". Después de pasar algunos minutos observando el menú dándole vueltas a lo que íbamos a comer, pude oír a mi madre decirle a mi abuela.
- "¿Mamá, ves algo que te guste?"
A lo que mi abuela, con sus 93 años responde:
- "Claro que sí, me comía enterito a ese que acaba de pasar andando..."
Creo que nunca he oído a una mesa llena de gente desconocida reírse tan fuerte a carcajada limpia. Un hombre incluso se inclinó hacia mi abuela y le chocó los cinco. El resto de la noche mi abuelita fue la reina indiscutible de la cena.