La infancia es una época que todos recordamos con nostalgia, la mayoría de los casos por que no somos plenamente conscientes de ella. Mientras aún eres un niño, el mundo es un lugar por explorar lleno de aventuras y cosas desconocidas. Gracias a tu parte más intrépida, te lanzabas a probar experiencias y sabores nuevos, y precisamente de esos sabores queremos hablar. ¿Recuerdas la cantidad de cosas que probaste que hoy te harían vomitar?
Por si eres de los de memoria selectiva, hoy te traemos una lista con los "alimentos" más extraños que probamos de niños y seguro que hay más de uno que si no lo probaste en su momento te preguntás... ¿A qué sabrá?
13 sabores que solo un niño podría querer descubrir
1- Mocos
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La realidad es que lo has hecho de pequeño y seguro que no tan pequeño.
2- Pasta de dientes
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Tampoco es de extrañar que un pobre niño que le das algo que sabe a fresa y que se mete en la boca con un cepillo intente comérselo.
3- Las pilas
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Esperemos que tus padres fueran más rápidos y no consiguieras comerte la pila, pero por lo menos un lametón le has dado.
4- ¿Lo rojo no se come?
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Como ibas a saber tú de pequeño que lo rojo era solo un envoltorio, y aunque lo supieras, el ansia de probar este delicioso queso te podía.
5- Esmalte de uñas
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¿Quién se iba a resistir a probar el esmalte de uñas con esos colores tan apetecibles?
6- Lápiz y goma
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El culpable no es la curiosidad si no la ansiedad que produce no estudiar y tener un examen por delante.
7- Comer cartón
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De pequeño te peleabas con tu gato por las cajas de cartón.
8- Ceras de colores
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9- ¿A qué sabe la arena?
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"A Dios pongo por testigo que jamás volveré a comer arena".
10- Dulces
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Lo que te comías no eran los dulces, más bien el envoltorio.
11- Pegamento
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Bien sea porque se te había quedado un resto en los dedos o porque simplemente te pudo la curiosidad, seguro que has probado este pegajoso manjar.
12- Juguetes
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Juguetes, joyas, zapatos y todo lo que alcanzarás a coger era bueno para llevártelo a la boca.
13- Tiza
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Todos los niños la han probado y no precisamente por su sabor. ¿Recuerdas el porqué? Corría un rumor que si te comías una tiza te ponías malo y te quedabas en casa sin ir al colegio. Malo te ponías de la bronca de tus padres.
