La leche materna es aparentemente oro líquido de la naturaleza. Protegerá al bebé de enfermedades, infecciones y obesidad y tiene beneficios para la salud de la madre.
Sólo el 17% de los bebés del Reino Unido son amamantados a los tres meses y, sin embargo, contra todos los pronósticos, la mayoría de adultos no tenemos problemas de salud derivados de no habernos amamantado.
La lactancia materna no es adecuada para todos y no es la única forma sana de alimentar a un bebé.
La mayoría de las madres primerizas están convencidas de que van a amamantar a sus hijos. Esta mujer lo hizo. Dio el pecho a su bebé durante cuatro largos días.
Cuatro días físicamente dolorosos, donde cada vez que amamantaba al pequeño lloraba ella o él. Cada matrona tenía una teoría diferente.
Estaba tan desesperada que la tranquilizaron diciéndole que había hecho todo lo posible y sugirieron cambiar la leche.
Llevaba cuatro días siendo madre y pedía que alguien le dijese que la leche materna era una opción segura y aceptable para su bebé. Pero nadie lo hizo y añadieron más sentimiento de culpabilidad.
El cuarto día, sus fracasos en la alimentación conllevaron a una deshidratación de la pequeña. La conectaron a un extractor de leche materna durante dos horas y media para conseguir 60 ml de leche que era lo suficiente para mantenerla durante dos horas. A ese ritmo de producción ella debía estar conectada a un sacaleches las 24 horas del día.
Se fue a casa asustada y cansada. Finalmente, la cordura prevaleció. Esa noche experimentó la alegría de la maternidad por primera vez, acurrucados en la cama.
Darle el pecho a tu hijo no es la mejor opción cuando tu bebé está perdiendo peso o cuando hay sangre en la leche. Tampoco es la mejor opción cuando estás gritando a tu marido para que deje de decir que si no lo amamantas es malo, porque no puedes soportarlo más.
Nunca será mejor si te impide disfrutar de tu bebé. Así que esta mujer se dio permiso para parar, ya que los médicos nunca se lo dieron.
Le dijeron que aguantase el dolor y que la sangre no le haría daño al bebé. Que usar un biberón, aunque solo fuese una vez, podría descarrilar su alimentación.
Al fin y al cabo, no estaba haciendo nada malo. Era una mujer de 36 años sentada en el sofá de su casa, buscando la mejor forma de hacerse sentirse menos culpable por haberle dado a su hijo un biberón por la noche. Se había dado cuenta que, de esta forma, estaba feliz y que no quería volver a amamantar si surgían los mismos problemas de siempre.
La presión no es solo de las matronas, sino también de otras mujeres. Nos juzgamos mutuamente por decisiones de las que no sabemos nada.
¿Qué opinas al respecto? ¿Sabías que existían diferentes opciones para amamantar a tu pequeño y que son igual de saludables? Háznoslo saber en los comentarios. ¡No olvides compartir esta historia con tus amigos! Fuente: Metro