Ron es el propietario de una gigantesca granja desde hace varios años. En ella, entre otras cosas, disfruta de un bonito lago que él personalmente acondicionó pertinentemente para poder ir a merendar cuando le apeteciera disfrutando de las maravillosas vistas que rodean la zona.
Se tomó la molestia de instalar mesas de picnic, bancos y plantó algunos árboles cítricos para darle un aspecto más agradable a la zona.
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Una tarde, el anciano decidió bajar hasta el lago ya que hacía bastante tiempo que no descansaba por allí.
Antes de iniciar la marcha, tomó un cubo para llenarlo de frutas durante el camino de regreso. De repente, justo cuando estaba llegando hasta el lago comenzó a escuchar algunas voces y risas que provenían del agua.
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Cuando estuvo justo al lado del agua pudo ver a un par de chicas jóvenes despreocupadas bañándose sin ropa.
Tras algunos segundos, hizo algún ruido para que las mujeres notasen su presencia y justo en ese momento las chicas corrieron hasta la zona más profunda del lago.
Una de las mujeres le gritó, "¡No vamos a salir hasta que no te vayas!"
Ron frunció el ceño y respondió, "No he venido hasta aquí para veros nadando como dios os trajo al mundo", entonces levantó el cubo y dijo, "He venido para alimentar a los caimanes".
Te puedes imaginar lo que tardaron las chicas en salir corriendo del agua...
¡Algunos ancianos nunca pierden la picardía!