Todos hemos tenido problemas con los bancos, ya sea porque hemos perdido las tarjetas de crédito, porque nos han bloqueado alguna de nuestras cuentas o incluso porque los cajeros no tenían dinero cuando más lo necesitábamos. Es algo común quejarse de ellos, aunque sabemos que nuestro dinero muchas veces depende de ellos.
Sin embargo, esta abuela de 86 años se cansó de aguantar todos los problemas que le causaba el banco y decidió escribir una carta con la que más de uno se sentirá identificado. A continuación puedes leer la carta completa: 'A quién le pueda interesar,
Te escribo hoy para agradecerte por devolver el cheque con el que pagué a mi fontanero el mes pasado. Según mis cálculos, tan sólo unos nano segundos deben haber transcurrido desde el momento en el que fui a cobrar el cheque y el momento en el que mi dinero llegó.
Me refiero por supuesto a la transferencia automática mensual de mi cuenta de ahorro. Un acuerdo, que admito sólo lleva haciéndose 31 años. Debo elogiarle por aprovechar esa pequeña oportunidad para además cargarme 30 euros en la cuenta como penalización por los inconvenientes que le he causado a su banco.
Esta gratitud se debe a que este incidente me ha llevado a replantearme mis finanzas. Me he dado cuenta de que cuando vosotros llamáis yo atiendo personalmente el teléfono pero si yo necesito algo siempre me enfrento a máquinas, a cartas o a mensajes grabados totalmente impersonales.
Por ello, he decidido que a partir de ahora sólo trataré los temas bancarios personalmente, es decir, los pagos de mi hipoteca y el préstamos ya no serán automáticos sino que iré al banco a pagarlos en persona por lo que puede nombrar a alguien de confianza para tratar estos temas conmigo.
Junto a esta carta encontrará una Solicitud de contacto para que el empleado de su elección la rellene. Siento que tenga ocho páginas pero necesito saber de ella o de él lo mismo que su banco sabe de mí, no hay otra alternativa. Por favor, recuerde que sus registros médicos deben ser compulsados correctamente por un notario y su estado financiero debe estar acompañado de pruebas que lo respalden.
Después le daré a su empleado un número PIN que deberá decirme cada vez que vayamos a llevar a cabo una transacción. Siento que tenga 20 dígitos pero me he basado en el número de botones que tengo que pulsar cada vez que quiero ver el saldo de mi cuenta desde su teléfono. Como dicen la imitación es la forma más sincera de adulación.
Para igualar más aún el terreno entre nosotros, cada vez que me llames vas a tener que seleccionar una opción de las siguientes en el menú:
1- Concertar una cita para verme. 2- Consultar un pago. 3- Transferir la llamada a mi salón. 4- Transferir la llamada a mi habitación. 5- Transferir la llamada a mi cuarto de baño. 6- Transferir la llamada a mi teléfono móvil. 7- Dejar un mensaje en mi ordenador. 8- Volver al menú y escuchar la opción 1-7. 9- Dejar una queja general.
Desgraciadamente, pero siguiendo con vuestro ejemplo, debo cobraros 50 euros para cubrir todas estos inconvenientes en mis manejos de las cuentas.
Un saludo,
Una humilde cliente.'
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