Dejarse crecer las uñas no es nada fácil, especialmente para aquellos que se las comen compulsivamente; pero si tomas la decisión de dejártelas crecer, sin control, te enfrentas a un sinfín de retos en tu vida diaria y es que vivir con unas largas uñas no es nada fácil.
La adolescente con las uñas kilométricas
A primera vista, Simone Taylor puede parecer una adolescente de 16 años como cualquiera otra, pero al fijarte un poco más, descubrirás una inmensa diferencia con la que no serías capaz de vivir.
Hasta que no miras sus manos y descubres las uñas de 16 centímetros que tiene y se lleva dejando crecer desde hace tres años.
Definitivamente impresionantes
"No era mi intención dejármelas crecer tanto, pero a medida que crecían, más y más eran las felicitaciones y cumplidos y se convirtieron en una parte de mí", asegura la adolescente. "Durante mi primer año, siempre pensaba, me las voy a cortar mañana, pero nunca lo hice".
¿Cómo puede hacer nada con esas manos?
Las uñas controlan la vida de la adolescente y ha tenido que adaptar su rutina diaria para evitar roturas y proteger sus preciadas y largas uñas. Son demasiado largas para sostener un bolígrafo y tiene que teclear su ordenador con los nudillos, lo que puede ser un problema para un estudiante.
"En los exámenes me resultaba muy difícil escribir y después de una hora me duelen mucho las manos"
En 2014 decidió empezar a ver tutoriales para pintarse las uñas y aprovechar al máximo el dejárselas crecer.
"Suelo tardar tres horas en pintarlas"
Cosa que no es de extrañar, ya que tiene mucha superficie para pintar.
Muchas de las tareas diarias no suponen un problema por el largo de sus uñas. Puede, sin problemas, lavarse los dientes o ir al baño, pero vestirse es una odisea y tiene que tener muchísimo cuidado para no romperse una uña.
"Aunque no se rompan, duele muchísimo al engancharse con la ropa"