Si decides dar un paseo por la sección de productos alimenticios de cualquier supermercado, te darás cuenta de que no son pocos los alimentos sabrosos que podemos probar y disfrutar. Reconocer los colores y formas de las frutas y verduras puede resultar algo innato para casi todo el mundo. Lo que la mayoría de nosotros no sabemos es que estos alimentos han experimentado algunas transformaciones significativas a lo largo de los años.
La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a ver tomates rojos o berenjenas moradas. Aquellos que sean conscientes de los cambios que hemos desencadenado en varios animales desde que comenzamos a criarlos para nuestros propios propósitos culinarios, probablemente ya estén asintiendo con la cabeza en reconocimiento de lo que van a leer a continuación.
A medida que los humanos han ido sintiendo más curiosidad por la agricultura, hemos ido descubriendo ciertos cambios que han tenido lugar en la mayoría de los productos.
Los humanos se buscaban la vida como cazadores y recolectores. Esta era la única forma de la que una persona corriente podía sobrevivir. Con el paso del tiempo, los humanos lentamente comenzaron a darse cuenta de que necesitarían cultivar su propia comida. La crianza selectiva que se ha llevado a cabo desde entonces ha dado lugar a algunos cambios claros en la propia comida.
La zanahoria silvestre no se parece en nada a la zanahoria naranja a la que estamos acostumbrados. Una vez fue una planta blanca y amarillenta. Los melocotones solían ser mucho más pequeños y se asemejaban a una cereza. Somos responsables de transformarlos en la fruta que conocemos y tanto amamos a día de hoy. Incluso algo tan simple como una berenjena se ha transformado dramáticamente.
Los plátanos originales ciertamente no se parecen a la fruta que compramos en la tienda de comestibles en la actualidad. Una vez fueron una fruta dulce y cremosa. Los plátanos también solían estar llenos de semillas. Lo mismo ocurre con la sandía, que una vez fue una fruta mucho menos jugosa y contenía bastantes más semillas. El cambio más dramático se dio en el cultivo de tomates.
Un tomate silvestre es en realidad una fruta pequeña. No adoptaron su forma redonda hasta que decidimos intervenir. Nadie puede decidir si la mejora selectiva o la modificación genética han servido para bien cuando se trata de estos alimentos. Es un debate que seguirá enfureciéndose durante los próximos años.