Todos hemos vivido el terrible momento de esperar para ducharnos sabiendo que somos el último que pisará el baño. Da igual que seas creyente o no, le rezas a todo lo que se te ocurre pidiendo que quede algo de agua caliente para cuando finalmente llegue tu turno.
En esos momentos, en lugar de disfrutar de una ducha caliente y placentera, especialmente durante los meses de invierno, nos estremecemos al notar que el agua helada toca nuestra piel.
Sabemos que habituarse a ducharse con agua fría es difícil, pero todas las personas que lo practican afirman que ha sido uno de los mejores cambios que han hecho en sus rutinas. No hace falta que seas radical, puedes ir adquiriendo este hábito poco a poco disminuyendo la temperatura con la que te duchas de forma progresiva.
Puedes empezar dándote duchas con agua tibia. Para ello, comienza a ducharte como harías normalmente hasta que llegue la hora de retirarte el jabón del cuerpo. Aclárate con agua fría (no helada) a pequeños chorritos. Es suficiente con que notes sensación de frescor en tu piel. Si adquieres este hábito, pronto estarás duchándote con agua fría casi sin darte cuenta.
¿Por qué es bueno bañarse con agua fría? Afrontarás el día con más energía
Darse un baño con agua fría activa nuestro organismo, pues hace que las pulsaciones se eleven de forma inmediata y provoca un aumento del flujo sanguíneo. Una simple ducha puede hacer que te sientas lleno de energía, algo así como si te tomases un café pero sin los efectos secundarios de la cafeína.
Tu piel lucirá más tersa y brillante
El agua fría es excelente para la piel, pues cierra los poros y hace que la suciedad no entre en ellos. Además, también elimina el exceso de grasa, un efecto extraordinario para las personas que suelen tener la piel grasa
Un poco de agua fría hará que tu cutis se vea mejor cada día y mucho más limpio e hidratado.
Tu humor mejorará
Si decides darte una ducha fría todas las mañanas tu humor mejorará, pues sobrevivir a esto todos los días, es un gran logro, para qué mentir. Además, hará que estés más relajado ya que la exposición continuada al agua fría hace que el cuerpo aprenda a lidiar con situaciones de estrés más facilmente, ya que se acostumbrará a responder de una manera más tranquila a los shocks.
Te recuperarás antes tras hacer deporte
Si optas por una ducha fría (no helada) tras hacer ejercicio, conseguirás una recuperación más rápida de los dolores o tiranteces musculares que puedas experimentar. Y por supuesto, sentirás que vuelves a tener energía. Todos son beneficios lo mires por donde lo mires.
Anímate y prueba a ducharte con agua fría durante un tiempo. No tienes nada que perder y mucho que ganar. ¡Comparte los beneficios de una ducha fría con todos tus amigos!