El exceso de información al que te ves expuesto sobre el valor nutricional de los alimentos que ingieres día a día, te hace inmune a él y ya ni te lo lees, sucumbiendo a los antojos de todo aquello que no se debe comer.
Si tienes la información detallada de cuántas calorías, grasas saturadas, sales y todo aquellos ingredientes que no le convienen a tu cuerpo al alcance de la mano...
¿Por qué somos incapaces de resistir a los antojos?
Si quieres aprender a decir no a los antojos, solo tendrás que seguir estos 3 sencillos pasos.
1- Cuestiónatelo todo
¿Cuánta hambre tienes? En muchas ocasiones se confunde el hambre con la deshidratación e incluso con el aburrimiento. Prueba a beber un poco de agua y jugar con la consola.
¿Qué he comido hoy? Repasa lo que has comido en la jornada, comprueba que había proteínas, grasas y carbohidratos, detecta la falta de ellos e incorpora, con cabeza, la carencia de forma saludable.
¿Cómo me siento? Para muchos el humor está directamente relacionado con las ganas de comer. No reprimas la ansiedad, estrés o tristeza con la comida o se convertirá en un hábito difícil de romper.
2- Sopesa tus opciones
¿Te apetece dulce o salado? ¿Frío o caliente? Hay una alternativa saludable para cualquiera de las opciones, pero si tomas un trozo de chocolate cuando en realidad querías algo refrescante, seguirás con ganas de más. Si quieres algo frío, congela unas uvas o hazte un batido. ¿Necesitas algo con consistencia? Prueba con verduras crujientes y un poco de humus.
3- Se consciente de lo que comes
Debes conocer los beneficios de la comida que ingieres y saber cómo te encuentras después de comerla. Llena tu cuerpo con alimentos que aporten energía y te ayuden a soportar el día. Mide también las porciones.