La ciencia ha mejorado nuestro mundo de una forma que nuestros antepasados jamás se hubieran atrevido a imaginar. Los experimentos que realizan los científicos en nombre de la ciencia a menudo nos lleva a una mejor comprensión del mundo y a un enriquecimiento de nuestras vidas, aunque no siempre es así.
Por desgracia, no todos los experimentos realizados por la ciencia se hacen con fines útiles para la humanidad. De hecho, a lo largo de la historia se han realizado miles de pruebas en las que muchas personas ven su vida convertirse en un infierno solo para que un lunático se divierta o descubra "qué pasa si...".
A continuación te mostramos algunos de los experimentos más innecesarios de la historia de la ciencia:
1- El MIT engañó a 100 huérfanos para que comiesen cereales radioactivos
Durante la década de 1940, la corporación de alimentos Quaker Oats otorgó una subvención al MIT para que realizase una investigación un tanto peculiar. Su competidor en la industria alimenticia, Cream of Wheat, aparecía en todos los medios de comunicación con anuncios que decían que los nutrientes de sus alimentos viajaban por todo el cuerpo.
Quaker quería ser capaz de afirmar lo mismo, pero se negaba a decir nada sin demostrarlo primero. Por lo que en un alarde de "moralidad", decidió reunir a 100 huérfanos, la mayoría enfermos mentales, para alimentarlos con avena "enriquecida" con trazas de calcio y hierro radioactivo que luego pudiesen ser monitoreadas.
2- Un alumno de Pávlov imitó sus experimentos con niños
Probablemente hayas oído hablar de Ivan Pavlov, el Premio Nobel que consiguió que un perro salivara cada vez que oía el sonido de una campana. Pues uno de sus alumnos, Nikolai Krasnogorsky, decidió recrear los experimentos de Pavlov utilizando niños.
Con el tiempo, Krasnogorsky logró que los bebés salivaran al escuchar una campanita, lo que le sirvió para descubrir que los seres humanos tienen más autodominio que los perros. También recreó experimentos que hizo que los perros se volviesen violentos.
Los niños que participaron en sus experimentos se sintieron tan frustrados que reaccionaron de forma violenta. De hecho, la mayoría abandonó el estudio. Cuando terminó sus experimentos con niños, Krasnogorsky observó con orgullo que les había producido un tipo de neurosis inducida experimentalmente.
3- La Farmacéutica estadounidense Pfizer acabó con la vida de hasta 50 niños por usar medicinas experimentales
En 1996, Pfizer probó el Trovan, un antibiótico experimental en 200 niños nigerianos durante una epidemia de meningitis. En EEUU y Europa resultaba ilegal suministrar este medicamento a cualquier niño, así que Pfizer se fue a Nigeria.
Según el gobierno nigeriano, el experimento fue realizado sin su consentimiento y el medicamento acabó con la vida de hasta 50 niños. Las consecuencias no quedaron ahí, aquella prueba también causó deformidades mentales y físicas en la mayoría de los supervivientes.
4- Los soviéticos intentaron fecundar a una mujer con esperma de orangután
Durante toda su vida, el biólogo soviético Ilya Ivanov quiso ver a una humana fecundada por un mono. Sorprendentemente, al gobierno soviético le interesó tanto esta idea que cuando Ivanov anunció su plan de inseminar artificialmente a una mujer con esperma de simio, recibió una subvención.
Incluso el Instituto Pasteur de Francia se ofreció para ser quien se encargase de suministrar los chimpancés necesarios para el experimento.
Ivanov voló a París para conseguir que algunas mujeres fueran preñadas por chimpancés, pero se encontró con un dilema inesperado. A ninguna francesa le interesaba la idea de ser preñadas por primates.
Ante la negativa de las mujeres, Ivanov sugirió que podría intentar fingir ser un ginecólogo e inseminar a algunas pacientes en secreto. Afortunadamente, los oficiales franceses no le dejaron hacer esa locura. Tiempo después decidió coger algunos orangutanes y regresar a la Unión Soviética, donde el gobierno no estaba tan preocupado por las violaciones de los derechos humanos.
Por desgracia para él, su último orangután murió antes de que pudiese llevar a cabo su experimento.
5- Ratas controladas por control remoto
La Universidad Estatal de Nueva York ha dedicado todos sus esfuerzos para conseguir algo que sin duda alguna el mundo necesita: animales vivos dirigidos por control remoto a través de un mecanismo conectado a sus cerebros.
Mediante un dispositivo informático, los científicos podrían usar un mando a distancia para hacer que las ratas corran, giren, salten y escalen.
El creador del sistema, el Dr. Sanjiv Talwar, afirma que las ratas podrían ser usadas para salvar a las víctimas de los terremotos, aunque no hay registro de que sus "ratbots" se utilicen para ayudar a nadie. Curiosamente, el proyecto fue financiado por el Departamento de Defensa de EE.UU.
6- Jean-Antoine Nollet electrocutó a cientos de monjes
En el siglo XVIII, Jean-Antoine Nollet se sintió fascinado por los experimentos con electricidad realizados por Benjamin Franklin y quiso saber cuán rápido viajaba realmente la electricidad.
Para saciar su curiosidad, Nollet puso una fila de monjes de 1 kilómetro de largo e hizo que todos se agarrasen de las manos. Luego le pidió a los de los extremos que tocasen dos cables por los que circulaba electricidad.
El objetivo de Nollet era medir la velocidad con la que la electricidad viajaba a través de los humanos. Cuando toda la línea de monjes saltó y gritó de dolor al unísono, lo supo. Con orgullo, Nollet determinó científicamente que la velocidad de la electricidad era "muy rápida".
7- Niños que fueron criados en total aislamiento para ver qué sucedía
Hubo un tiempo en el que los científicos tuvieron un extraño interés por descubrir el lenguaje natural de la humanidad. Estaban convencidos de que un niño que se criara solo (sin exponerse a las voces) aprendería a hablar de forma natural el primer lenguaje de la humanidad.
Curiosamente, se trata de un experimento que ya se intentó varias veces anteriormente. Hace unos 2.700 años, un faraón egipcio ordenó que dos bebés fueran criados en aislamiento.
Cuando se hizo el experimento, uno de los niños balbuceó algo que parecía sonar a la palabra "bekos", palabra frigia utilizada para decir "pan". Así que el faraón declaró que el frigio era nuestra lengua innata.
El emperador Federico II dio un paso más y no dejó que los bebés fueran tocados por nadie. Los bebés que sólo se alimentaban y nunca hablaban morían en el más completo abandono.
8- El gobierno canadiense privó de nutrientes a los nativos de las reservas
A partir de 1942, unos investigadores canadienses quisieron probar cómo de importantes eran las vitaminas y los nutrientes, así que comenzaron una serie de experimentos con los nativos de todo el país. En uno de los experimentos decidieron descubrir cómo se las apañaba una comunidad con una ingesta de 1.500 calorías al día sin suplementos vitamínicos.
En otro, los investigadores negaron la leche a 1.000 niños hambrientos durante dos años para ver cómo afectaba en su salud.
9- Un doctor contagió la gonorrea a un niño de cuatro años sólo para demostrar que podía
En el siglo XIX, hubo un gran debate sobre si la gonorrea podía o no propagarse como un germen. El científico Henry Heiman creía que un experimento con ratas de laboratorio no sería lo suficientemente concluyente, así que decidió optar por niños mentalmente discapacitados.
Sus dos víctimas fueron dos chicos con unas edades de 4 y 16 años a los que les "inyectó" gonorrea.
El experimento de Heiman fue un éxito sin reservas. Desafortunadamente, aunque Heiman sabía como contagiar a alguien con gonorrea, no sabía como curarla.
10- Gustav III hizo que un criminal se bebiese 3 teteras de café al día
Cuando el café llegó a Suecia por primera vez fue considerado como un veneno que acortaba la vida. En el siglo XVIII, se establecieron leyes e impuestos para reducir el consumo de café y té hasta que con el tiempo, el café fue prohibido por completo.
El rey Gustav III creía firmemente que el café era perjudicial, por lo que decidió que se hiciese un experimento. Perdonó a dos asesinos condenados a muerte con dos condiciones. En primer lugar, ambos permanecerían en prisión de por vida. En segundo lugar, uno tomaría tres cacerolas de café todos los días y el otro tres ollas de té.
Gustav pretendía demostrar que sus vida se "acortarían", sin embargo demostró lo contrario. El bebedor de té murió a los 83 años. No hay registros de cuando falleció el bebedor de café. solo se sabe que vivió tanto como el bebedor de té y el propio Gustav III.