Vio una madre hambrienta en un McDonalds. Ella no se podía imaginar lo que él haría por ella.

Vio una madre hambrienta en un McDonalds. Ella no se podía imaginar lo que él haría por ella.

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Me senté en uno de los asientos de McDonalds a tomarme un refresco. Bueno, en realidad era mi tercer Sprite. Había una mujer en la esquina esperando. Llevaba ahí desde antes de que yo hubiese llegado al restaurante. A los pocos minutos entró un hombre con un niño pequeño de unos 3 años.

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Pixabay

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"¡Deberías haber llegado hace una hora!" dijo la mujer un poco cabreada. "Qué quieres. Ya estoy aquí y él también" dijo el hombre señalando al niño. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta.

"Oye, ¿tienes algo suelto para que pueda comprar una hamburguesa pequeña? Solo tengo dinero para comprarle un HappyMeal al niño", preguntó la madre. El hombre miró a su alrededor por si alguien estaba mirando y le dijo con asco "Entonces muérete de hambre".

La mujer bajó la cabeza y fue hacia la cola con el niño para pedir. Pidió un menú infantil para el pequeño y el trabajador le informó de que sólo le quedaban 37 céntimos en su cuenta y que no era suficiente para pagar con eso el menú. En ese momento la mujer y el niño se volvieron al coche y tras estar un rato buscando, encontraron algunas monedas y volvieron a la cola.

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Después de pagar, se sentaron los dos para que el niño se pudiera tomar su comida. La madre le preguntó si podía coger una de sus patatas y el niño le dio justo la patata a la que le acababa de dar un bocado. He de admitir que me hizo un poco de gracia.

Fui a la máquina de bebidas a rellenar mi refresco, CocaCola esta vez. Justo en ese momento uno de los trabajadores se puso a mi lado a rellenar las servilletas. Cogí mi cartera y le di mi tarjeta de crédito. Le pedí que le llevase 2 hamburguesas dobles, unas patatas grandes y una bebida. Le pedí que no le dijese a la mujer que se lo había pagado yo. Escribí una nota en una servilleta que decía "Levanta la cabeza y mira siempre hacia delante. Tú puedes. Tú lo conseguirás." Me trajo mi tarjeta de crédito y le llevó la comida y la bebida a la mujer.

"Esto lo pidieron para ti", le dijo el trabajador. "¿Quién?", preguntó la mujer. "No puedo decírtelo pero no he sido yo", dijo el hombre y volvió a su puesto. La madre leyó la nota de la servilleta y las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Comenzó a comer y el niño intentó cambiarle un nugget por un bocado de hamburguesa. En ese momento esbocé una sonrisa.

Cuando ambos acabaron su comida, se levantaron para irse. Pasaron delante mía, miré al chico sonriéndole y después a la madre. Ella me miró con lágrimas en los ojos y me susurró "gracias", yo le contesté susurrando también "¿por qué?". Ella sonrió y yo le guiñé. Volví a mirar al chico y le dije "que tengas un buen día".

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La vida a veces es muy dura, estate siempre atento por si puedes ayudar a alguien en algún momento. Los pequeños detalles como éste pueden suponer grandes cambios en la vida de una persona. Para cualquier padre o madre que esté en la misma situación: "Levanta la cabeza y mira siempre hacia delante. Tú puedes. Tú lo conseguirás."

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