Una madre se avergonzaba de sí misma por su peso hasta que fue a una sesión de fotografía con su hija

Una madre se avergonzaba de sí misma por su peso hasta que fue a una sesión de fotografía con su hija

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Esta madre se avergonzaba de sí misma hasta que entró al estudio fotográfico de JC Penney. Lo que sucedió mientras se realizaba un reportaje fue absolutamente espectacular, y cambió su vida por completo

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No esperaba encontrar un ángel en el estudio fotográfico de JC Penney, pero puedo decir que existe uno y que su nombre es Penny. Déjame hablarte sobre ella y sobre el regalo que ella me hizo.

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Hace dos años llevamos a mi hija al estudio fotográfico para recordar su primer cumpleaños. Iba vestida con un precioso conjunto blanco y rosa. Nuestra fotógrafa, Penny, rápidamente demostró habilidades que iban más allá de las de un fotógrafo corriente. Trató a mi hija fantásticamente y consiguió sacarle unas sonrisas que iluminaban su cara. Ya le habíamos realizado algunas sesiones fotográficas, pero Penny de alguna forma inexplicable sabía cómo captar los momentos más especiales y mostrar la verdadera personalidad de nuestra niña.

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Cuando estábamos llegando el final de la sesión, Penny me preguntó si deseaba aparecer en alguna de las fotos. Claro que sí. Aquel día llevaba una camiseta vieja, el pelo alborotado y estaba sin maquillar. Ni se me pasó por la cabeza posar junto a mi hija. La verdad era que había tenido un año difícil. El nacimiento de mi hija fue traumático y la recuperación emocional todavía estaba en curso. Me sentía mal por no haber sido capaz de haber tenido un parto perfecto. No había bajado de peso después del parto y eso estaba afectando a mi confianza. Le dije a Penny que no me apetecía y seguimos adelante.

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Cuando estábamos mirando las fotos para ver cuáles que queríamos comprar, mi hija se acurrucó sobre mi hombro y se llevó el pulgar a la boca, tal y como hace cuando está cansada. Penny la miró y de repente detuvo la elección de las fotos. "¡Mira sus ojos!" murmuró, y luego me tomó del brazo y me dijo: "¡Vuelve aquí conmigo!". Rápidamente me llevó de vuelta a la sala de fotografía. Inmediatamente empecé a protestar por el estado en que me encontraba como para ser fotografiada, pero Penny pasaba totalmente de mi. Me colocó bajo unos focos y susurró: "Cierra los ojos".

Así hice. Me quedé allí con los ojos cerrados y sostuve a mi hija que todavía estaba acurrucada sobre mi hombro. En ese momento dejé de preocuparme por lo mal que aparecería en esta foto y dejé que el amor hacia mi hija me envolviese. Me dejé llevar por la emoción que sentí al pensar que ya había cumplido un año y lo afortunada que era por ser su madre.

Escuché el "clic" de la cámara unas cuantas veces y poco después Penny se volvió hacia mí y me miró a los ojos. "A ella no le importa como sales en la foto", dijo Penny, "algún día querrá fotos de tuyas en las que aparezcas con ella. No importa si no estás maquillada o si tu pelo es un desastre. Hazlo por ella".

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En ese momento me di cuenta de que tenía razón. Pensé en la abuela y en la tía que nunca conocí, ambas arrebatadas del calor de sus familias antes de los cuarenta años debido al cáncer de mama. No quiero ser la persona invisible detrás de la cámara y dejar a mi hija sin fotos con las que pueda mantener mi recuerdo en su mente cuando me haya ido.

Guardo esta foto en un lugar importante de mi casa. Es mi foto favorita y el regalo más precioso que me han hecho. Si no fuera por Penny, nunca habría sido tomada y no habría fotos de mí y de mi hija a esa edad. Gracias, Penny, por darme el regalo de la perspectiva. Su perspectiva, como fotógrafa y como persona, es sin duda excepcional.

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Fuente: Hrtwarming
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