Gracias al éxito del mayor proyecto llevado a cabo hasta el momento para erradicar una especie invasora, la remota isla de Georgia del Sur ahora está libre de las ratas y ratones que devastaron la fauna y flora silvestre durante casi 250 años.
Los problemáticos roedores llegaron a la isla por accidente, después de que un navío británico extraviado en los mares del Atlántico Sur encontrase refugio en este pequeño pedazo de tierra.
Oliver Prince/South Georgia Heritage Trust
Desde que llegasen a la isla, las poblaciones de aves autóctonas sobre todo, sufrieron un descenso dramático. Acostumbradas a no tener ningún depredador, los pájaros del lugar ponían sus huevos en el suelo o en madrigueras, dejando a los polluelos al alcance de los roedores.
Tal situación planteaba un drama para las aves. Dos especies en particular, el bisbita autóctono y el pato piquidorado, exclusivo del archipiélago, se encontraban en un punto muy delicado, aunque los pingüinos y otras poblaciones de aves marinas también se vieron bastante amenazadas.
¿Cuál ha sido el plan llevado a cabo?
Tony Martin
La victoria de Georgia del Sur es singular porque numerosas islas y territorios exóticos llevan décadas tratando de terminar con sus plagas de roedores, sin éxito. El pequeño islote, dependencia de la corona británica, ha jugado con la ventaja de su durísima climatología: aislando a las colonias de ratas entre los abundantes glaciares de su territorio, han logrado con más facilidad envenenarlas y controlar su reproducción.
El proyecto fue liderado por South Georgia Heritage Trust, una organización benéfica creada para proteger la isla, y una organización asociada, Friends of South Georgia Island, con sede en los Estados Unidos.
Los científicos esperan que el éxito se convierta en una fuente de inspiración y un modelo para otros proyectos en todo el mundo para eliminar especies invasoras, que en el peor de los casos pueden conducir a la extinción de los animales nativos.
Paula O. Sullivan.
El histórico exterminio se llevó a cabo por etapas. La más importante fue la que comenzó desde 2011, cuando con la ayuda de helicópteros se arrojaron toneladas de cebos envenenados desde el aire. En total, 108,723 hectáreas fueron bombardeadas con estos cebos, convirtiendo a este en el plan de erradicación más ambicioso y extenso jamás planteado.
Las especies invasoras son una de las peores amenazas para la biodiversidad de todo el mundo.
Cuando se introducen especies no autóctonas, a menudo inadvertidamente, pero también a veces como mascotas, es posible que los ecosistemas naturales que han evolucionado durante milenios se modifiquen en detrimento de las especies nativas.
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