'Soy una chica de 17 años y trabajo como anfitriona en un restaurante local que se especializa en pescados y mariscos para poder cubrir mis gastos. Un día, estaba en la puerta esperando a los clientes cuando una familia de tres miembros entró: una madre, un padre y su hija. Todos iban bien vestidos y la hija no paraba de mandar mensajes con su iPhone.
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Así fue la conversación:
Madre: Tenemos una reserva.
Yo: ¿A nombre de?
Madre: 'me dio su apellido'
Yo: ¡Sí! Aquí está, mesa para tres, si me seguís por favor...
Les guié a una mesa cercana ya preparada para ellos.
Madre: Gracias
Padre: ¡No le des las gracias! ¡Esto es completamente inaceptable!
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Yo: Perdone señor, ¿hay algún problema?
Padre: ¡Por supuesto que lo hay! Quiero una mesa fuera en la terraza, no aquí.
Yo: Perdone señor pero todas las mesas de la terraza están ocupadas. Su reserva no especificaba preferencia alguna por el lugar así que de acuerdo con la política del restaurante les otorgamos una mesa libre. ¿Quieren esperar hasta que se quede una mesa libre fuera?
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Padre: ¡No! ¡Quiero mi mesa fuera ahora mismo!
Madre (a su marido): Cálmate por favor.
Padre: Vuestro servicio es horrible.
Yo: Puedo llamar al gerente si lo desea.
Padre: Hazlo ahora mismo
En ese momento el padre me señaló y le dijo a su hija que nunca fuera como yo. Fui a buscar al gerente que se encargó de la situación mientras yo volvía a mi puesto de trabajo. Vi que la niña estaba con su móvil todo el tiempo y dos horas más tardes dejaban el restaurante. Antes de hacerlo la hija me dio una nota y tres billetes de 20 dólares. La nota decía lo siguiente:
'Siento que mi padre sea tan gil*... Espero que esto lo compense y por cierto, enhorabuena por la carrera del pasado jueves.'
Resultó que era una chica que competía en una escuela rival pero igualmente me alegró ver el gesto que tuvo conmigo.'
