Cualquiera puede ver que el turismo es una gran fuente de beneficios. Las grandes ciudades como Nueva York o Las Vegas tienen muchas atracciones turísticas que atraen a multitudes cada año. Y por supuesto, los lugares más remotos y naturales no se quedan fuera de la ecuación, después de todo muchos de ellos son realmente espectaculares. El Gran Cañón, por ejemplo, recibe casi cinco millones de visitantes cada año!
Por desgracia para la mayoría de las ciudades, pocas cuentan con esas vistas y paisajes tan impresionantes como las del Gran Cañón o el Empire State. Entonces, ¿Qué van a hacer para generar cierto interés (y tener una oportunidad económica)?
Ese era el problema de Inakadate, una pequeña aldea rural en Japón. La tranquila ciudad tenía una gran cantidad de campos y cultivos agrícolas, pero llamaba muy poco la atención de los turistas.
Entonces a Koichi Hamada, un empleado del pueblo, se le ocurrió una gran idea.
Estaba caminando un día por el pueblo y se inspiró de repente por unos niños que jugaban en uno de los muchos campos de arroz locales. Como parte de un proyecto escolar, estaban plantando diferentes variedades de arroz: uno con tallos de color púrpura oscuro y otro con color verde brillante.
Entonces se le vino a la cabeza que debían plantar arroz de tal manera que la idea sería formar imágenes y palabras que sorprendiesen a la gente después de que creciesen.
La primera versión, un simple diseño de dos colores que representa «La gran ola de Kanagawa», un grabado japonés del siglo XIX., fue creada por Hanada y sólo 20 voluntarios de la localidad. Ahora, más de un millar de personas se reúnen para plantar diseños cada vez más complejos.
Ahora no sólo hay más voluntarios; cada vez hay más multitudes que llegan al pueblo cada año para ver los nuevos diseños. En 2009, los cultivos de arroz contaron con más de 170.000 visitantes!
Con imágenes más complejas, también eso también conlleva tener que desarrollar un método más complejo. Después de un desastroso intento de recrear la famosa Mona Lisa, los aldeanos comenzaron a usar un ordenador para trazar exactamente donde cada tallo debía ser plantado para lograr su diseño.
A pesar de que están orgullosos de que su pueblo haya conseguido tanta fama, los aldeanos definitivamente sienten esa fuerte presión de tratar de conseguir que cada año sea aún mejor que el anterior.
