Sus padres estaban muy preocupados porque siempre perdía el almuerzo, cuando descubrieron la razón...

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Estos padres estaban preocupados porque no sabían por qué su hija perdía su almuerzo todos los días. No pudieron creer lo que su profesor descubrió...

"Katie estaba metida en algún problema, y cuando digo un problema me refiero a un GRAN problema. Con lo dulce y cariñosa que es, no me imagino qué es lo que pudo haber hecho para enfadar a su madre. Cualquier profesora soñaría con tener alumnas como Katie.

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Trabajaba todos los días, prestaba atención, hacía su tarea, tenía unos padres atentos y nunca había mostrado ningún problema de disciplina.

Por eso, cuando recibí anoche aquella llamada telefónica me sorprendí tanto. La madre de Katie no es de las que reaccionan de forma exagerada y aún así me dijo que necesitaba mi ayuda. Al parecer, Katie había comprado demasiado a menudo comida en el comedor aunque sus padres le preparaban un almuerzo bastante bueno.

Al principio no le dieron mucha importancia, pensaron que con una simple charla se arreglaría, pero conforme fueron llegando más facturas del comedor, aún habiendo advertido a Katie que dejase de hacerlo, se preocuparon bastante sobre qué es lo que podía estar pasando. No era propio de Katie tener un mal comportamiento a propósito, era extremadamente raro que hiciera caso omiso de la orden de sus padres.

Sus padre estaban muy preocupados porque siempre perdia el almuerzo 02
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Fue llegados a este punto cuando los padres decidieron pedirme ayuda para resolver esta situación. Les dije que intentaría averiguar qué es lo que estaba pasando y que les contaría cualquier noticia que tuviese al respecto. Cuando fui a la cafetería para saber cuáles fueron las compras que realizó Katie, la señora a cargo del comedor me dijo que había estado comprándose un almuerzo completo durante todo el mes y que se lo comía sentada en una de las mesas.

Lo que me dijo la mujer del comedor no tenía ningún sentido. Katie venía todos los días con el almuerzo debidamente preparado en casa por sus padres. No lograba explicarme por qué Katie preferiría tomar la comida del colegio en vez de la suya.

Al día siguiente le pedía  Kate que se quedase conmigo durante el recreo para poder hablar con ella e intentar resolver el misterio. Tenía algunas teorías de lo que podría estar sucediendo, pero deje que ella me contase su historia primero.

Por desgracia, no soltó prenda. No me lo podía creer. ¿Cómo era capaz de ignorarme de aquella manera? No pareció importarle que la mirase con la peor de las miradas que una profesora decepcionada puede tener con un alumno. Finalmente le pregunté directamente, "¿Por qué estas comprando el almuerzo en el comedor Katie?"

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"Porque tengo que comer algo", respondió ella. "¿Qué pasa con el almuerzo que prepara tu madre todas las mañanas?", repliqué. "Lo pierdo", me contestó ella.

"¿Cómo que lo pierdes?", le pregunté completamente incrédula. "Sí, lo pierdo". "¿Todos los días?", me apoyé en la silla y la miré con el gesto más duro que pude, "No te creo Kate."

Parecía que no le importaba. Al ver aquel comportamiento ya tuve la certeza de que había algo detrás de todo esto, había algo que no encajaba del todo, entonces decidí usar una nueva táctica. Con la voz más tierna y comprensiva que tenía le pregunté, "¿Katie, alguien te está robando el almuerzo? ¿es eso lo que ocurre?". Ella negó con la cabeza. "Katie, si alguien te esta robando el almuerzo puedo ayudarte", realmente pensaba que estaba acertando con esa teoría.

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"Nadie me roba el almuerzo, simplemente lo pierdo", me respondió. Al parecer era incapaz de hacer algo por Kate. En la escuela hay una ley que obliga a al comedor a darle el almuerzo a un alumno sin comida, luego la familia tiene que pagar la factura si no tienen dificultades económicas. La familia de Katie estaba bien situada económicamente, por lo que siempre que Katie pidiera un almuerzo, se le daría y los padres tendrían que pagarlo.

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La noche del viernes llamé a sus padres para hablar de la situación. En aquella conversación discutimos sobre algunas teorías que teníamos pero no pudimos sacar nada en concreto.

El problema seguía sin resolverse cuando a la siguiente semana me percaté de que había un chico nuevo sentado en una de las mesas del comedor.

Parecía que nadie se le acercaba, por lo que tenía un semblante bastante triste. Cuando me acerqué hasta él para hablar unos minutos e intentar animarlo pude ver que en la bolsa de su almuerzo podía leerse el nombre de Katie.

Se estaba comiendo un enorme y delicioso bocadillo que había preparado la madre de Katie.

Ahora lo entendía todo.

Sus padre estaban muy preocupados porque siempre perdia el almuerzo 01
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Hablé con Katie esa misma tarde. Parecía que el chico nuevo nunca traía almuerzo y que no iba a pedir la comida gratuita si es que no podía pagarla. Había confiado en Katie para que que no le dijese a nadie que sus padres no eran capaces de afrontar ninguna factura de la escuela,  y que si compraba un almuerzo causaría muchos problemas en casa. Katie me pidió que no se lo dijese a sus padres. Vivía en una situación muy difícil y Katie se había dado cuenta de ello.

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Por mucho que me pesase, tenía que informar a los padres sobre aquella situación. De hecho, fui hasta la casa de Katie esa misma noche cuando estaba seguro de que ella estaría ya en la cama. Después de que les contase la verdad de la historia me miraron con una mirada de orgullo como nunca antes había visto a ningún padre.

A Katie no le importaba que sus padres la regañasen o castigasen, tampoco le importó que yo le recriminase su comportamiento, lo que verdaderamente le preocupaba era que aquel niño no pasase hambre ni la vergüenza de que otros conociesen su secreto.

A día de hoy, Katie sigue comprando el almuerzo todos los días, y como siempre, cada vez que sale de casa va acompañada de un delicioso bocadillo para una persona que lo necesita.

¡Comparte esta entrañable historia con todos tus amigos! ¿Qué habrías hecho tú?

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