Masacre de Lídice, la macabra venganza nazi contra el pueblo que le lanzó una bomba granada a un alto oficial

Masacre de Lídice, la macabra venganza nazi contra el pueblo que le lanzó una bomba granada a un alto oficial

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Durante muchísimos años, el pequeño poblado de Lídice había pasado desapercibido; hasta que un día la guerra llegó a sus tranquilas tierras y las fuerzas nazis destruyeron todo a su paso en un evento que hoy se conoce como la "Masacre de Lídice", en donde cientos de personas perdieron sus vidas.

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El origen de la cadena de sucesos que daría lugar a la tragedia de Lídice tuvo lugar en 1942, momento en el cual un pequeño comando checoslovaco realiza un atentado contra el alto oficial nazi Reinhard Heydrich a las afueras de Praga.

Al parecer, tras ser entrenados por las fuerzas británicas, el grupo militar checoslovaco ideó un sencillísimo plan para su asesinato: tirar una granada dentro de su coche oficial mientras circulaba.

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Tras el atentado contra Reinhard Heydrich, más de 5.000 efectivos fueron movilizados para dar caza a todo aquel que pudiera tener algo que ver con el atentado.

Se declaró el toque de queda y se procedió a registros domiciliarios sin necesidad de orden judicial, además de ofrecerse una recompensa de 20.000 coronas a quien facilitase información clave para encontrar a los culpables.

Karol Kurda, miembro de la Resistencia Checa, atraído por la recompensa o quizá horrorizado ante las represalias que se estaban tomando, delató el escondrijo de los miembros de la Operación Antropoide, en la iglesia de San Cirilo y Metodio de Praga. Este acto le supondría la ejecución por traición una vez terminada la guerra.

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{keyword}Muertos los agentes de la resistencia responsables del atentado, los nazis no quedaron satisfechos y se propusieron buscar culpables donde no los había: el escarmiento debía ser ejemplar.

Quizá la venganza más terrible se cometió con la masacre y posterior destrucción del pueblo de Lídice, a 16 km de Praga, en el distrito minero de Kladno, un apacible pueblecito rural de 483 habitantes, de los cuales 192 eran hombres, 196 mujeres y 95 niños.

Durante la masacre, todo hombre y adolescente mayor de 16 años fue detenido y ejecutado a las afueras de la ciudad.

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De los 192 hombres, se fusilaron a 171 inmediatamente. Cubrieron un muro con colchones para evitar que las balas rebotasen y empezaron haciéndolos salir de cinco en cinco, pero dado el número de víctimas y para agilizar el horrendo proceso, se pasó a fusilarlos de diez en diez.

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{keyword}Ningún hombre pidió clemencia, todos mantuvieron la cabeza muy alta hasta el último momento, cogidos de la mano. Al irse acumulando los cadáveres contra el muro, cada nueva tanda que se colocaba en el paredón se situaba más cerca de sus verdugos, lo que obligaba a estos a retroceder cada cierto tiempo.

Las mujeres y niños fueron enviados a campos de concentración, donde más de 184 mujeres fueron separadas de sus hijos y sometidas a trabajos forzados en favor del régimen.

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Los niños fueron meticulosamente examinados para determinar cuáles podían ser germanizados. De los 95 menores, sólo 17 fueron seleccionados como puros y dados en adopción a militares de alto rango del partido nazi.

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El resto (bebés, niños y preadolescentes) fueron gaseados y enterrados en una fosa común. Antes de asesinarlos, les obligaron a escribir cartas a sus madres para infundirles la falsa idea de que estaban bien, aunque a esas alturas muchas ya habían fallecido.

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La repercusión fue tal que muchos pueblos de América se hermanaron con la localidad e incluso cambiaron su nombre por el de Lídice. Muchas personas deciden además bautizar a sus hijos con este nombre.

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En 1949 comienzan las obras de construcción del nuevo pueblo y en 1991 el acondicionamiento y recuperación de la zona de ubicación original. En memoria de aquellos 82 niños y tantos otros menores muertos por la guerra, el pueblo alzó un gran memorial.

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Junto al memorial, un emotivo grupo escultórico en honor a los 82 niños fallecidos fue levantado por la artista Marie Uchytilová. El destino quiso que tras más de 20 años esculpiendo las emotivas figuras, la artista muriese antes de poder ver completada su obra. Por suerte, otros artistas locales pudieron concluir su trabajo.

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Ojalá ninguna otra guerra vuelva a repetir la mirada de desolación que muestran los niños de Lídice.

¿Conocías este horripilante hecho de la historia?

Comparte esta historia con tus amigos para que conozcan la tragedia del pueblo de Lídice.

Fuente: Lasegundaguerra, Radiocz, Infobae
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