Uno de los hallazgos arqueológicos más significativos del siglo 20 fue sin duda el descubrimiento de la tumba de K'inich Janaab' Pakal, uno de los más grandes gobernantes de la civilización maya y mandatario de la ciudad de Palenque durante 68 años.
Comenzó su mandato con solo 12 años, algo asombroso teniendo en cuenta que la vida media de un hombre en aquella época rondaba los 40 años, incluso en las mejores condiciones de vida.
Durante su reinado, Palenque se convirtió en algo así como la "Florencia maya", una ciudad de ingeniería avanzada, arte, arquitectura y prosperidad económica.
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Además de una curiosa máscara de jade, la tumba también guardaba una lápida con extrañas inscripciones que fascinó a sus descubridores y luego al mundo entero.
Especialistas en ufología y otras pseudociencias se vieron atraídos por el hallazgo y especularon que la imagen de la lápida corroboraba la idea de que el pueblo maya tenía conocimiento de avanzada tecnología y de visitantes extraterrestres.
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La tumba de Pakal fue encontrada en la Pirámide de Inscripciones. Este trascendente descubrimiento evidenció el hecho de que los mayas enterraban a sus gobernantes de una manera muy similar a los antiguos egipcios, a pesar de que se desconoce que ambas culturas pudiesen haber tenido algún tipo de contacto. Lo único cierto, es que el diseño y la ingeniería de la tumba de Pakal son realmente muy similares al de las pirámides egipcias.
En la lápida de la tumba de Pakal se describe cómo su alma vuelve a las estrellas, lugar de donde venía. En ella se muestra al gobernante sentado sobre el "Monstruo Solar", lo que podría representar que Pakal despegó de la tierra en una nave espacial. Los antiguos mayas usaban palabras que entendían e imágenes que pretendían representar lo que veían. Uno podría entender que describiesen la explosión de un cohete como el rugido de un monstruo y la luz cegadora del motor como la luz del sol, de ahí el nombre de monstruo solar.
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Al examinar la talla, se puede ver a Pakal sentado en una posición horizontal, al igual que los astronautas tienen que estar sentados para evitar que se desmayen debido al empuje de las fuerzas de la gravedad "g" que se experimentan durante un despegue hacia el espacio.
También parece estar manejando unos controles con las manos y unos pedales con los pies, tal como lo hacen nuestros astronautas en las cápsulas de vuelo. Incluso tiene un aparato conectado a su nariz que probablemente le habría estado suministrando oxígeno durante el viaje. Las decoraciones del "Monstruo del Sol" se asemejan a los intrincados controles tecnológicos y mecanismos que vemos en las naves modernas. Se observan incluso las llamas y el humo de los propulsores en las bajos de la nave.
Científicos de la NASA contribuyeron a esta interpretación al mencionar que en los supuestos controles que el navegante manipulaba se encontraban 16 puntos idénticos a los de los tableros de una astronave moderna.
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Sin embargo, diversos arqueólogos e historiadores sostienen que la talla no guarda relación con ningún viaje espacial o naves extraterrestres. En su lugar, realmente representaría el viaje que todo hombre debe hacer tras su muerte según la antigua tradición maya.
El viajero que se ve en la lápida es el mismo Pakal que se prepara para su descenso al inframundo tras su muerte. Durante el proceso, de su propio interior brota el Árbol de la Vida, haciendo alusión a la creencia de que una vida da paso a otra. Para la civilización maya, el viaje al inframundo era necesario para que todo fallecido pudiese renacer de nuevo.
