Seguro que has escuchado mil veces: "Una copita de vino al día es buena para la salud", dando a entender que el consumo "moderado" y "responsable" de alcohol puede traer consigo beneficios para nuestro cuerpo. Pero, ¿estás seguro de que esta afirmación es cierta? La ciencia lo desmiente.
El mito del vino: una copa al día perjudica la salud
Desde hace muchos años, la comunidad científica tiene un debate interno sobre si el conocido "una copa de vino al día es bueno para la salud" es más perjudicial que beneficioso.
El vino tiene beneficios para la salud
Son numerosas las investigaciones que han alabado los beneficios del vino para la salud. En 2012, la revista The BMJ publicó un estudio que apuntaba que beber media copa de vino al día podría llegar a evitar más de 4.500 muertes al año en Inglaterra.
Pero no es el único; sin ir más lejos, el año pasado la revista Diabetología, de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes, señalaba que beber alcohol tres o cuatro veces a la semana de forma moderada podría ayudar a reducir en un 30% el riesgo de padecer esta enfermedad. Y así muchos más.
También tiene retractores
Sin embargo, a estos estudios le han salido retractores. Un grupo de investigadores de Australia y Reino Unido han publicado, también en la revista BMJ, los resultados de un trabajo en el que ponían a prueba los supuestos beneficios de un consumo moderado de alcohol. Concluyeron que, si se comparaba con personas que nunca habían bebido, la actividad protectora del alcohol se reducía a mujeres mayores de 65 años y, en menor medida, a hombres de entre 50 y 64 años.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud advierte desde hace años que el consumo de alcohol es perjudicial para el sistema cardiovascular. Y la Comisión Europea alerta a su vez que el consumo, incluso en los casos en que es moderado, aumenta considerablemente el riesgo de sufrir problemas de corazón a largo plazo.
No beber es mejor que beber moderadamente
La ciencia, por tanto, no recomienda el consumo de una copa diaria de vino, contrariamente a lo que se ha venido diciendo durante años. En resumen, beber no es mejor que no beber. Pero como es lógico, beber por debajo de las cantidades de bajo riesgo que admite la Organización Mundial de la Salud es mejor que alcanzar ese límite, especialmente en lo que respecta a enfermedades como el cáncer.
