Si has estudiado un poco la evolución del ser humano, sabrás que tras el transcurso de miles de años hemos ido desarrollando ciertas partes "vestigiales" en nuestro cuerpo como pueden ser el apéndice, las muelas del juicio, o el coxis que gradualmente han ido cayendo en desuso a medida que hemos adaptado estilos de vida más avanzados.
Sin embargo, mientras que las dichosas muelas del juicio no hacen más que causar dolor y llenar el bolsillo de los dentistas, resulta que el apéndice humano podría desempeñar un papel bastante importante en nuestro organismo. Un nuevo estudio afirma que nuestro apéndice vermiforme podría aportar una importante función biológica a la que los seres humanos no deberíamos estar dispuestos a renunciar.
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Sigue leyendo para conocer más sobre la supuesta función real de nuestro apéndice.
Investigadores de la Universidad Midwestern analizaron la aparición, desaparición y reaparición del apéndice en el organismo de varias especies de mamíferos durante los últimos 11 millones de años con el fin de determinar cuántas veces el propio ciclo evolutivo de cada especie volvía a introducir el apéndice tras haber sido desechado en generaciones anteriores.
Tras su análisis, los investigadores observaron que el infravalorado órgano ha evolucionado al menos 30 veces, a lo largo de toda la evolución de estos mamíferos, y que tan solo en 12 ocasiones, alguna especie de mamíferos ha continuado su evolución dejando atrás el apéndice por completo.
"La estadística prueba que es más probable que reaparezca el apéndice a que se elimine por completo y desaparezca de la línea evolutiva de una especie, sugiriendo que tiene un valor significativo para el correcto funcionamiento del organismo", informa el equipo.
"De esta manera podemos desechar con cierta seguridad la hipótesis que afirma que el apéndice es una estructura vestigial sin ninguna función en los mamíferos."
La pregunta ahora es, ¿para qué es tan importante?
La creencia popular más extendida sostiene que el apéndice humano es el remanente de un órgano que alguna vez desempeñó un importante papel en alguno de nuestros ancestros hace ya millones de años, y que la razón por la que todavía existe es porque no existe demasiada presión evolutiva que nos lleve a perder una parte tan significativa del cuerpo.
En otras palabras, el esfuerzo que se necesitaría para que la especie humana perdiese gradualmente el apéndice no le merece la pena a nuestro organismo ya que en la mayoría de las personas simplemente está ahí, sin molestar a nadie.
Pero, ¿y si está haciendo algo más que solo estar ahí?
Desde hace años, muchos investigadores han buscado la posible función que desempeña el apéndice humano y la principal hipótesis es que se trata de un refugio para las bacterias intestinales que nos ayudan a mantener ciertas infecciones a raya.
Una de las mejores pruebas realizadas que sostendrían esta hipótesis se realizó durante un estudio de 2012. En él se observó que los individuos que carecían de apéndice tenían cuatro veces más probabilidades de sufrir colitis pseudomembranosa, una infección bacteriana que causa diarrea, fiebre, náuseas y dolor abdominal.
Por otro lado, Scientific American nos muestra los datos recogidos por el Hospital Winthrop de Nueva York en los que se observa que la colitis reapareció solo en el 11% de los casos en los que los individuos tenían el apéndice intacto en contraposición al 48% de los casos en los que a los individuos se les había extirpado.
Curiosamente, el equipo de investigación de la Universidad Midwestern ha adoptado un enfoque diferente y ha llegado a la misma conclusión.
Primero recopilaron datos sobre la presencia o ausencia del apéndice y otros aspectos gastrointestinales y ambientales en 533 especies de mamíferos durante los últimos 11.244 millones de años.
Durante el análisis de los árboles genéticos de estas especies, se encontró que una vez que el órgano aparecía casi nunca se perdía.
"El apéndice ha evolucionado de forma independiente en varias especies de mamíferos a lo largo de más de 30 épocas diferentes, y lo más importante, casi nunca desaparece del código genético de una especie una vez que ha aparecido", explicaba el equipo.
"Esto sugiere que el apéndice probablemente tenga una función adaptativa".
Tras esta primera hipótesis, los investigadores consideraron diversos factores ecológicos (conductas sociales de la especie, la dieta, el hábitat y el clima local) para determinar cuál podría ser esa "función adaptativa").
Al final encontraron que las especies que habían retenido o recuperado un apéndice tenían de promedio mayores concentraciones de tejido linfoide (inmune) en el ciego, una pequeña bolsa conectada en la unión del intestino delgado y del intestino grueso.
El estudio, por tanto, deja entrever que el apéndice podría desempeñar un papel importante en el sistema inmunológico de las especies, ya que se ha demostrado que el tejido linfático estimula el crecimiento de ciertos tipos de bacterias intestinales beneficiosas.
"Aunque estos vínculos entre el apéndice y los factores cecales ya se han sugerido anteriormente, esta es la primera vez que se han demostrado estadísticamente", concluye el equipo en su artículo.
Aunque el estudio no termina de ser concluyente, ofrece una perspectiva diferente sobre la hipótesis que se ha mantenido sobre el valor que tiene el apéndice en nuestro sistema inmunológico durante todo este tiempo.
El desafío ahora es demostrarlo, aunque es más fácil decirlo que hacerlo, ya que la mayoría de las personas a las que se les ha extirpado el apéndice no sufren efectos adversos a largo plazo.
Además, existe la teoría de que cuando a la gente se le extirpa el apéndice, los tejidos productores de células inmunológicas del ciego y otras partes del cuerpo aumentan para compensar la pérdida.