El Síndrome de Raynaud es una enfermedad que genera espasmos vasculares en los vasos sanguíneos que impiden la correcta circulación de la sangre por el cuerpo. Las zonas más afectadas son los dedos de las manos y los pies, las orejas, la nariz y los pezones. Esto pasa ante situaciones estresantes o la exposición al frío.
Al llegar tan poca sangre y, por lo tanto, tan poco oxígeno a los tejidos, los dedos adquieren un tono azulado o blanquecino. Además, las manos se quedan muy frías, de ahí el segundo nombre de esta enfermedad, "el síndrome de las manos frías".
El Síndrome de Raynaud ¿Cuáles son las causas del síndrome de Raynaud?
El síndrome de Raynaud es una enfermedad rara, más frecuente en mujeres y personas que habitan en climas fríos. Según sus causas, podemos distinguir entre dos tipos:
- Raynaud primario: no tiene causa aparente, suele aparecer en personas jóvenes (menores de 30 años) y sus síntomas son menos graves. Se le denomina enfermedad de Raynaud.
- Raynaud secundario: se debe a la presencia de otro trastorno, hábito o condición como pueden ser las enfermedades vasculares, el síndrome del túnel carpiano o el uso diario de máquinas vibratorias en el trabajo. Se le denomina fenómeno de Raynaud.
Todo aquello que ocasione una contracción de los vasos sanguíneos e impida el flujo correcto de la sangre por el cuerpo puede suponer un riesgo para esta enfermedad.
¿Cuáles son los síntomas del síndrome de Raynaud?
Entre sus principales síntomas se encuentra:
- Coloración azul o blanca de los dedos e incluso las palmas de las manos. También puede ocurrir en los pies, las orejas y la nariz.
- Hormigueo, entumecimiento y/o dolor en estas mismas zonas.
- En casos graves, daño en los tejidos con ulceración e incluso muerte de los mismos.
- Enrojecimiento y sensación de quemazón posterior al episodio de frío.
¿Cómo tratar el síndrome de Raynaud?
Como en todas las enfermedades, siempre es mejor prevenir que curar, por ello es importante que evites la exposición al frío, especialmente en las extremidades del cuerpo. Usa guantes y calcetines siempre que puedas, incluso cuando estés en casa, y no te laves las manos con agua fría.
Evitar el frío es la mejor manera de combatir esta enfermedad. Por lo tanto recuerda abrigarte mucho siempre que puedas.
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