Largo tiempo atrás, el 10 de junio de 1886 para ser exactos, hubo una erupción volcánica bastante intensa en el Lago Rotomahana, en la Isla Norte de Nueva Zelanda.
El magma se elevó desde las profundidades de la tierra hasta encontrarse con el lago, y debido a un peculiar capricho de la física que todavía no se entiende del todo, se produjo una reacción en cadena que generó numerosas explosiones masivas y flujos de lava.
Se estima que la erupción liberó tanta energía como la mayor arma nuclear jamás detonada, la Bomba del Zar.
También sucedió algo lamentable, y es que destruyó una formación bastante hermosa llamada las Terrazas Rosas y Blancas, a veces referida como la "Octava Maravilla del Mundo".
Conocido como la "fuente del cielo nublado" (rosa) y la "roca tatuada" (blanca), estas terrazas se formaron originalmente por la lenta acumulación de depósitos ricos en sílice de algunas fuentes geotérmicas bastante antiguas.
La brutal erupción de 1886 hizo que muchos pensasen que las terrazas de ensueño fueron destruidas, y la búsqueda de sus restos se ha llevado a cabo desde entonces.
Curiosamente, un documento publicado en el Journal of New Zealand Studies afirma haber logrado un gran avance.
Un diario del siglo XIX y escrito por el geólogo Dr. Ferdinand von Hochstetter, fue recuperado en 2010 de una colección de museo y revisado recientemente por un investigador y un historiador.
Al parecer, ambos han llegado a la conclusión de que en el se describe con precisión la ubicación de las Terrazas Rosas y Blancas.
Basándose en las notas de campo, y no en un mapa real, la pareja de investigadores dedujo muy detalladamente el lugar donde Hochstetter debió haber estado cuando describió las Terrazas.
De acuerdo con su análisis, las terrazas se dividían en tres partes, y no se encontraban en el lago Rotomahana, sino en otros lugares cercanos a otras fuentes geotérmicas.
Los expertos argumentan que las descripciones realizadas por los colonialistas británicos de aquel entonces eran algo fantasiosas y no demasiado precisas.
Asegurando que ahora el margen de error es de apenas 35 metros, han pedido a las autoridades que inicien una expedición geológica para ayudar a confirmar si tienen razón. Si están en lo cierto, habrán resuelto uno de los enigmas científicos más misteriosos del mundo.
Muchos de los indígenas maoríes que estuvieron presentes durante la erupción de 1886 murieron durante el caos o huyeron del lugar, lo que significa que el destino de las Terrazas ha sido un misterio durante los últimos 131 años.
En 2011, unos expertos en geología que exploraban el fondo del lago Rotomahana encontraron enormes fragmentos de las Terrazas Rosadas.
En base a su trabajo, el equipo concluyó que nunca fueron destruidas y que en realidad, los cráteres posteriores a la erupción aumentaron drásticamente el tamaño del lago, que luego se llenó rápidamente con agua de lluvia y propició que las terrazas quedasen sumergidas bajo el agua.
Sin embargo, 5 años más tarde, el mismo equipo realizó varios estudios con sonar sobre lago que los llevó a asegurar que se habían equivocado y que la energía explosiva de la erupción fue más que suficiente para eliminar por completo las Terrazas Rosas y Blancas.
El estudio basado en Hochstetter argumenta que hubo algo de destrucción, pero como las terrazas estaban más hacia el interior de lo que los vulcanólogos pensaban anteriormente, salieron casi intactas.
El fragmento Pink Terrace encontrado en 2011 debajo del lago Rotomahana pudo haberse deslizado por la pared principal del cráter Rotomahana y haber descansado en una repisa durante 125 años, antes de ser hallado fortuitamente por un sumergible.
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