Salvador Alvarenga era un pescador de 37 años que vivía y trabajaba en México. Amaba las líneas simples de las embarcaciones de fibra de vidrio sin cabina ni techo. Poseía una embarcación de 7,5 metros de eslora con forma de canoa y con el motor en la parte trasera. Tan solo tenía una hija de 13 años que vivía con su madre en El Salvador, por lo que no tenía nada que lo atara.
El 18 de noviembre de 2012 tenía planeado ir al Pacífico a trabajar de 10 de la mañana a 4 de la tarde del día siguiente. Llevaba de tripulante a Ezequiel Córdoba, un novato de 22 años. Sabía que se avecinaba una tormenta pero nada le impidió embarcarse. Sabía que en un día ganaría dinero suficiente que le permitiría sobrevivir durante una semana completa.
Comenzó a pescar ya que la tormenta ganaba fuerza en la orilla pero no llegaba a la zona donde estaban ellos pero, sobre la 1 de la madrugada, las olas comenzaron a sacudir el pequeño bote. Con el viento y las olas, el bote comenzó a llenarse de agua más rápido de lo que podían vaciarlo y Alvarenga tuvo que tomar una decisión radical. Decidió cortar la cuerda de pescar, perdiendo miles de dolares en equipo y en peces.
A continuación, comenzó a navegar hacia el puerto de origen, Chocohuital, que se encontraba a 6 horas de distancia e informó de su posición a su jefe Willie. Cuando se encontraban a 28 kilómetros de la costa, el motor se rompió. Las olas movían muchísimo el bote y Alvarenga le dijo por radio a Willie que fuese a buscarlo. Minutos más tarde, la radio también se estropeó.
El viento conseguía arrastrar a los hombres mar adentro. La tormenta se calmó después de los cinco días pero para entonces, se encontraban a 450 kilómetros de la costa. Un rescate era casi imposible ya que estaban muy lejos y no tenían ninguna forma de pedir ayuda. Durante el día pasaban muchísimo calor y durante la noche se juntaban para entrar en calor. El hambre y la sed eran una obsesión.
A los cuatro días, llegó la lluvia y los hombres pudieron recoger 19 litros de agua dulce en botellas de plástico. Después de unos días, escucharon el ruido de la tortuga a la cual llevaron a bordo para comérsela. La carne de la tortuga evitó los peores efectos del hambre, pero los hombres no pudieron evitar volverse locos.
Se volvieron muy amigos, miraban el cielo, cantaban e intentaban inventar constelaciones nuevas. Un día, Ezequiel se comió un ave marina y empezó a salir líquido y burbujas de su boca. Descubrieron que el ave tenía dentro del estómago una serpiente venenosa. Ezequiel consiguió recuperarse pero abandonó el mundo de la comida. Un día Ezequiel intentó suicidarse tirándose por la borda pero Alvarenga lo alcanzó y se lo impidió.
Al tiempo, Ezequiel murió. Alvarenga lo sentó en un banco y decidió que la forma más fácil de lidiar con la pérdida de su compañero era fingir que no había muerto. Le hacía preguntas y se contestaba él mismo. Seis días después, Alvarenga metió a su amigo en el agua y se quedó solo. Lloró durante largo rato. Sin Ezequiel, Alvarenga intentó mantenerse ocupado por lo que diseñó un sistema de detección de tiburones que le permitía tomar baños breves. Esto le relajaba.
Comenzó a pensar en su hija y pidió al cielo una última oportunidad. De repente, un portacontenedores apareció en el horizonte, paso por su lado pero se alejaron con la misma rapidez que habían llegado. Alvarenga comenzó a debilitarse.
El 30 de enero de 2014, una pequeña isla tropical surgía entre la neblina lluviosa. Resultó ser una isla salvaje en la cual habitaba una pareja solitaria. Alvarenga consiguió llegar a tierra en el Atolón de Ébano, el extremo sur de las Islas Marshall. A los 11 días, su salud se estabilizó lo suficiente para viajar de vuelta a su hogar, en El Salvador. Cuando vió a su hija se echó a llorar y le dijo que la amaba. Que a pesar de todos estos años perdidos, estaba ahí por y para ella.
Salvador Alvarenga había completado uno de los viajes más notables de la historia de la navegación. Se dejó llevar, incapaz de alterar el curso y se vio obligado a construir un mundo de supervivencia. Por fin había conseguido volver a casa. Si quieres conocer más detalles, lee el libro [amazon_textlink asin='8416253838' text='Salvador: La increíble historia de Salvador Alvarenga y sus 438 días a la deriva' template='ProductLink' store='rolloid-21' marketplace='ES' link_id='520ca4c0-c001-11e7-8a6f-713cb9e18d7a'].
Fuente: Rd | Telegraph | Antena3 | Nbcnews Imagen de portada: [amazon_textlink asin='8416253838' text='Jonathan Franklin' template='ProductLink' store='rolloid-21' marketplace='ES' link_id='7e2b40be-c006-11e7-852c-bf105124bf52'] / Ione deBrum