La historia de Amasis, el faraón de Egipto que inició una guerra por culpa de un pedo

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Durante más de 20 años, el faraón Apries gobernó sobre Egipto con la confianza propia de un Dios. Su rivalidad contra los babilonios, la cual le ocupó buena parte de su tiempo en el trono, lo llevó a contener con éxito la expansión de su contrincante.

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Cuando sus enemigos se apoderaron de Jerusalén, los ciudadanos desplazados encontraron un nuevo hogar en Elefantina y otras áreas que se encontraban bajo su vigilancia. Hasta ese momento,  el 570 a. C., la vida de las personas a cargo de Apries era bastante buena.

Un pedo hizo que todo cambiase

Natalya Okorokova / Shutterstock

En ese año, Apries recibió noticias importantes de Libia: los griegos de Cirene (una ciudad-estado situada en el norte de África) estaban asaltando la tierra, y su ayuda sería apreciada. Apries envió a sus hombres a la batalla, pero fueron superados causando unas pérdidas considerables.

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Este error a la hora de medir las fuerzas hizo que las familias de los mercenarios muertos comenzaran a mirar a Apries de forma diferente. ¿A caso los consideraba prescindibles?

Apries intentó no preocuparse demasiado por los disturbios, pero pronto se intensificaron tanto que era imposible ignorarlos. Los hombres incluso comenzaron a hablar sobre realizar un levantamiento armado. En un intento por sofocar el motín, el faraón envió a uno de sus mejores generales, Amasis, a entregar un mensaje: el rey estaba disgustado por la falta de lealtad.

matrioshka / Shutterstock

Amasis completó la tarea que le encomendaron adentrándose hasta el mismo centro del movimiento de los golpistas. Antes de poder hablar, un insurgente se acercó a él y le puso un casco en la cabeza. "¿Por qué Amasis no se convierte en el nuevo faraón?" Preguntó el hombre a la muchedumbre.

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Aunque hasta ahora el general había sido conocido por su lealtad hacia Apries, sus ansias de poder fueron mayores a cualquier sentimiento de fidelidad. El general decidió que no podía dejar escapar esta oportunidad y se convirtió en el líder de los insurgentes. Cuando Apries se enteró del cambio de bando radical de Amasis, envió a otro mensajero, Patarbemis, para concretar un encuentro con Amasis en el que traidor se entregara.

Durante el encuentro que mantuvo con Patarbemis en el que discutían quién debía ser el verdadero faraón, Amasis levantó sus nalgas de la silla de montar, se tiró un pedo y le dijo a Patarbemis que podía llevárselo a Apries como respuesta y señal de desafío.

mountainpix / Shutterstock

La expulsión del gas fue acompañada por una promesa: Amasis iría en busca de Apries, pero llevaría algunos amigos con él. Totalmente sorprendido, Patarbemis partió hacia Sais, lugar donde se encontraba el magnífico palacio residencial de Apries. Cuando el gobernante se enteró de que Patarbemis había regresado sin Amasis, ordenó que le cortaran la nariz y las orejas como castigo.

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Esta orden confirmaría el comienzo del fin para Apries. Patarbemis era una persona bastante querida en Sais, por lo que los civiles que supieron la forma en la que había sido tratado el mensajero no duraron en ponerse del lado de Amasis.

Cuando Amasis cumplió su promesa y se encontró con Apries en el campo de batalla, el hasta entonces faraón sufrió una derrota rotunda.

Nagib / Shutterstock

Amasis asumió el papel de faraón a finales del 570 a. C. y gobernó hasta aproximadamente 525 a. C. Según Herodoto, Amasis inicialmente mostró cierto respeto por Apries, manteniéndolo prisionero en lugar de ejecutarlo, pero sus súbditos insistían en que era ofensivo mantenerlo con vida. Con el tiempo, Amasis entregó al antiguo gobernante a las masas para que hiciesen con él lo que quisieran, lo que por supuesto causó su muerte.

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