Muy pocas personas conocen a ciencia cierta que el resfriado común, a pesar de ser una de las enfermedades más extendidas del mundo, es todavía incurable.
Así es, la causante de la tos, la congestión nasal y los estornudos no tiene cura. Por el momento sólo podemos aliviar sus síntomas y esperar que pase. Teniendo en cuenta que casa persona lo sufre al menos un par de veces al año, quizás sea bueno conocer por qué nos constipamos y si los rumores que circulan acerca de esta enfermedad son ciertos o no.
El pensamiento más extendido entre las personas sostiene que, entre otras cosas, sufrir un enfriamiento es la causa principal por la que terminamos resfriados hasta las trancas. Pero, ¿es realmente así?
Lo cierto es que la respuesta es más complicada de lo que podría parecer. ¿A quién deberíamos señalar por nuestro malestar? Bueno, en primer lugar a nuestro cuerpo, de eso no cabe dura. Y si bien el clima tiene algo de culpa, de ninguna manera es el principal culpable.
El frío no es el único culpable Cuanto más frío, más nos juntamos
En primer lugar debemos recordar que el catarro es de origen viral, sobre todo por causado por el rinovirus y el coronavirus, es decir, nos constipamos porque alguien nos contagia el virus. La temperatura ambiente no tiene nada que ver.
En realidad, lo que propicia un clima frío es el contagio. En lugar de quedar para dar un paseo, quedamos para tomar un algo en una cafetería, tomemos el metro en lugar de ir en bici o ventilamos menos las habitaciones que en verano.
Como resultado, facilitamos que los virus pasen de un organismo a otro a placer y se desarrollen sin problemas. El medio de transporte preferido de estos microorganismos son las microgotitas que expulsamos a través de los estornudos y la tos. De modo que, mientras más cercas estemos unos de otros, mejor para ellos.
"Los espacios cerrados y poco o apenas ventilados concentran contaminantes atmosféricos que irritan las vías respiratorias superiores, lo cual agrava el riesgo de infección", explicaba Manuel Rosa-Calatrava, director adjunto del Laboratorio de Virología y Patología Humana de Lyon (Francia).
El mejor método para combatir este problema es lavarnos tanto como podamos, un remedio que funciona tanto para las personas resfriadas como las que todavía no lo están.
Cuanto más frío, peor lo pasa nuestro sistema respiratorio
Aún así, desde pequeños se nos ha enseñado que existe una relación entre la humedad y el enfriamiento con una mayor facilidad para resfriarse. Esta afirmación es cierta a medias. Aunque es cierto que pasar frío no tiene por qué producir un resfriado irremediablemente, tampoco es que le siente bien a nuestro cuerpo.
El aire frío reseca y enfría las mucosas de las vías áreas respiratorias. Con el frío, nuestra nariz no nos protege y retiene el polvo y los agentes patógenos como debería. Una vez que las mucosas están irritadas, los virus pueden campar a sus anchas.
Y no solo eso, el frío también debilita nuestras defensas inmunitarias. Con el objetivo de mantener nuestra temperatura corporal, nuestro cuerpo estrecha los vasos sanguíneos (vasoconstricción), que si bien es una buena forma de mantenernos calientes, también disminuye la actividad de los glóbulos blancos, los cuales son los encargados de protegernos contra los virus.
Los virus se transmiten más cuanto más frío hace
Otra característica de los virus es que son termodependientes, es decir, su desarrollo y supervivencia depende en gran medida de la temperatura del aire.
Para que te hagas una idea, la tasa de transmisión del virus de la gripe está asociada a la tasa de humedad y de temperatura del aire. Varios estudios realizados con cobayas sugieren que el virus de la gripe estacional sobrevive más tiempo a una temperatura de 5ºC que a 20ºC y cuando la humedad absoluta es baja; es decir, con un tiempo frío seco en invierno.
Es por esto que es más probable pillar un resfriado en épocas invernales que en verano.
Nuestro cuerpo está en peor forma cuando hace más frío
Una de las vitaminas que nos ayudan a mantener nuestras defensas inmunitarias a pleno rendimiento es la vitamina D. El problema es que en invierno es bastante más complicado adquirir la vitamina D que nos aporta el sol, y esa carencia repercute negativamente en nuestras defensas.
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