En el imaginario de la sociedad, el preservativo está considerado el rey de los métodos anticonceptivos. De hecho, desde que en 1855 se inventara el primer condón, nos han ido poco a poco convenciendo de que era la mejor forma de mantener relaciones sexuales sin riesgo de embarazo.
Pero nada más lejos de la realidad. Considerar al preservativo como el método anticonceptivo por excelencia, es un error garrafal, entre otras cosas, porque no lo es.
Las grandes mentiras y verdades sobre los condones 1- La cruda y terrible realidad sobre los preservativos
Se supone que los preservativos son efectivos en el 97% de los casos, pero siento decirte que eso no es así, ni mucho menos. El motivo es simple y sencillo: somos seres humanos y los seres humanos se equivocan.
Aprender a ponerse un condón es algo que a todo chico en edad adolescente le interesa. Sin embargo, cada uno aprende a su manera. Unos al verlo en escenas de ciertas películas, otros experimentando en su propio cuarto, otros gracias a las magníficas clases magistrales de sus padres, etc.
Todo ello hace que cada vez haya más hombres que no sepan ponerse un preservativo correctamente. Si unimos esto a la acumulación de dopamina, oxitocina y adrenalina que se da justo antes de realizar el acto sexual, obtenemos como resultado una cadena de errores del tamaño de una casa.
Condones mal puestos que se resbalan del pene tras la eyaculación, preservativos que se rompen por usarlos mal o dañarlos al sacarlos del paquete, profilácticos en malas condiciones tras languidecer durante meses en la cartera, otros que se degradan al utilizar productos no recomendados...
A la hora de la verdad, cometemos fallos de todos los tamaños y colores, pero lo peor de todo es que seguimos creyendo que, por el hecho de utilizar condón, sea como sea, estamos a salvo.
2- El índice de Pearl y la efectividad de los métodos anticonceptivos
El índice de Pearl es el índice estadístico más común para medir la eficacia de los métodos anticonceptivos en estudios clínicos. Un bajo índice de Pearl representa una baja probabilidad de embarazo no deseado.
Cuando hablamos de la efectividad de un método anticonceptivo, debemos tener en cuenta que existe la "efectividad perfecta" y la "efectividad de uso habitual". Por ello, cuando dicen que el preservativo tiene una efectividad del 97%, hablan de su uso perfecto, es decir, sin cometer ningún tipo de fallo como los mencionados anteriormente.
3- Las cifras reales
Es decir, si lo hiciésemos todo a la perfección, 3 de cada 100 mujeres tras tener relaciones sexuales con condón se quedarían embarazadas. Por lo tanto, teniendo en cuenta que somos humanos, que nos equivocamos y que hay accidentes que se escapan de nuestras manos, esas probabilidades aumentan sustancialmente.
Para ser más claros, el preservativo, en su uso real, tiene un índice de Pearl de entre un 15 y un 18. Es decir, entre 15 y 18 mujeres de cada 100 se quedan embarazadas a pesar de haber utilizado este método anticonceptivo.
De hecho, según las cifras presentadas, aunque la "marcha atrás" sea un método primitivo que no se recomienda, es casi igual de eficaz que los preservativos. Hablando de un uso habitual (no perfecto), su índice de Pearl está entre el 22 y el 27, cifras que no se alejan tanto de las del condón. Aún así, obviamente no estamos diciendo que la marcha atrás sea la solución.
Otros métodos anticonceptivos que previenen mejor el embarazo
Cuando se trata de evitar el embarazo, hay otros muchos métodos anticonceptivos infinitamente mejores como puede ser el DIU, que tiene un índice de Pearl del 0'8.
El preservativo es muy popular porque es barato, utilizado de la manera correcta es bastante efectivo y, sobre todo, por ser un "método de barrera". Es decir, lo realmente importante del condón es que previene las enfermedades de transmisión sexual.
A día de hoy, nos preocupamos más por evitar el embarazo que por prevenir las enfermedades de transmisión sexual, y eso es precisamente lo que deberíamos destacar de este método.
Queda claro que no es el mejor método anticonceptivo, pero sí que es la mejor manera de no contraer una ETS al tener relaciones sexuales, algo que es mucho peor que quedarnos embarazados.
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