Recientemente una chica relató en las redes una situación desagradable que le tocó vivir cuando fue a hacer la compra en su supermercado habitual. Nunca se imaginó que pudiese ocurrirle algo parecido mientras se preparaba para pagar por sus artículos como hacía con normalidad.
Conoce la reacción ejemplar que tuvo un cajero de supermercado al contemplar la constante humillación que sufría su compañero discapacitado.
La última vez que fui a hacer la compra de la semana a mi supermercado habitual, viví una situación muy desagradable causada por una mujer que no podía esperar a que pagase mis artículos.
Esta mujer estaba formando un gran revuelo en la fila para pagar en la caja del supermercado porque la persona encargada de guardarme mis los artículos sufría una discapacidad mental.
La reacción que tuvo su compañero dejó a todo el mundo boquiabierto.
Me encontraba en mi supermercado habitual esperando en la caja dispuesta a pagar. Como siempre un joven muy agradable con una discapacidad mental me ayudaba a guardar mis cosas en las bolsas.
Empleado: «¿Quieres esta bolsa?» – Me preguntó mientras sostenía una bolsa de plástico que tenía un agujero.–
Yo: «No, si puedes usar otra sería mucho mejor. Gracias.»
La mujer: «¡Oh!, ¿Eres tan lenta como él? ¡Dios! las personas especiales como vosotros deberíais dejar de molestar a la gente normal.»
Empleado: «Señora, ella no es tonta. Va a la universidad.» – dijo ofendido el chico mientras señalaba el logo de mi universidad que se veía en mis pantalones – «Ella es muy inteligente.»
Yo: «¡Y él es el mejor empleado que hay aquí! Es muy cuidadoso con su trabajo, algo que deberías de agradecer.»
Desde que él supo que siempre regreso andando a la residencia, me ayuda a colocar las bolsas para poder cargarlas con más facilidad en el carrito. De repente, cuando se disponía a cargar con mis bolsas la mujer de detrás gritó: