Tong Phuoc, un hombre vietnamita, le ha enseñado al mundo lo que es una acción totalmente desinteresada. Ha salvado la vida de más de 100 niños en los últimos 15 años. Todo empezó en 2001 cuando su mujer se quedó embarazada. Una de las veces que fue con ella al hospital se dio cuenta de que muchas mujeres embarazadas iban allí a abortar.
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Pasó un tiempo hasta que realmente se dio cuenta de lo que estaba pasando. La idea de que esos bebés no tuvieran la oportunidad de venir al mundo le llegó a Tong al corazón. Así que decidió preguntar si podía llevarse los cadáveres de los bebés que habían sido abortados en el hospital, y por lo menos, enterrarlos de una forma apropiada.
Tong, que había sido obrero de la construcción, compró con sus ahorros un terreno en la cima de una montaña llamada Hon Thom, en la ciudad de Nha Trang. Allí empezó a enterrar a los bebés en una ambiente idílico. Al principio, su mujer pensó que se había vuelto loco, pero aun así, Tong no abandonó su idea. Con los años enterró a más de 10.000 niños, pero lo que él realmente quería hacer era salvarlos. Decía que su cementerio no era simplemente un lugar para la tristeza, sino que este jardín significaba estar en contacto con las mujeres que se sentían indecisas.
Madres que no habían tenido los medios para mantener a sus hijos empezaron a acudir a Tong pidiéndole ayuda. Y este hombre pasó de ser un enterrador a un héroe adoptando incontables niños de estas madres sin recursos. La idea era que una vez que estas mujeres tuvieran una vida más estables y pudieran mantener a sus hijos, volverían con ellas. Así, que lo que había sido un cementerio, se convirtió en un hogar especial con más de 100 niños.
Era imposible mantener un registro de todos los niños, por lo que Tong se inventó una forma fácil de recordar los apodos de todos: todos los niños fueron llamados "Vinh" (honor), y todas las niñas "Tam" (corazón). Los apellidos era en el nombre de la madre y el apellido familiar, respectivamente. Pero este padre no trataba a los niños como si fueran de acogida, sino como si fueran suyos propios.
Cuidar y educar a tantos niños no es tarea fácil, pero a Tong le encanta hacer de padre con ellos. "Seguiré haciendo este trabajo hasta que me muera", dijo. "Espero que mis propios hijos sigan ayudando a otras personas cuando yo ya no esté". En los ojos de cada niño se puede ver el amor y el agradecimiento que sienten.
¿Te imaginas una casa con más de 100 hijos? Este hombre es un claro ejemplo de una vida dedicada a ayudar a los demás. Tenemos mucho que aprender de él. Si te parece que este hombre es todo un héroe,
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Imagen de portada: Facebook
