Este hombre describió su navidad más salvaje. Su historia no te dejará indiferente.

Este hombre describió su navidad más salvaje. Su historia no te dejará indiferente.

  • Compártelo en redes
 banner
Enlace patrocinado

Hace poco recibimos un correo en la redacción de un hombre que nos contaba su navidad más "salvaje" y divertida. No sabemos si la historia es real o no, pero debíamos compartirla porque no podíamos parar de reír al leerla. La historia en cuestión es la siguiente:

Enlace patrocinado

"Cada navidad, mi hermano solía colgar un par de medias en la chimenea de su casa por si por casualidad a Papá Noel le daba por rellenárselas de regalos. Obviamente lo hacía de broma, pero si colaba, mejor que mejor. Por desgracia, todos los 25 de diciembre, se levantaba y veía que las medias seguían vacías.

Shutterstock DGLimages

Un año, decidí hacer su sueño realidad. Me puse unas gafas de sol y me metí en la tienda erótica más grande de mi ciudad en busca de una muñeca hinchable. No suelen vender ese tipo de cosas en el supermercado, así que no me quedaba otra. Si nunca has estado en una tienda erótica, no te lo recomiendo, me pasé todo el tiempo preguntándome cosas como "¿esto para qué sirve?", "¿quién va a comprar algo así?" o "¿se están quedando conmigo verdad?"

Cuando al fin llegué a la zona de las muñecas hinchables, quise irme al modelo más básico. Una muñeca que sirviese para hacerle la broma a mi hermano y que también me acompañase en esos largos viajes en mi camión.

Enlace patrocinado

Encontrar lo que quería se me estaba haciendo muy complicado, esto de las muñecas hinchables era un mundo aparte, la más cara hacía cosas que solo había visto en las películas para adultos. Finalmente me decanté por la muñeca "Dulce Luisa". Era la más barata y no me extraña, no es que fuese muy agraciada, pero para eso está la imaginación.

Lisa-Lisa / Shutterstock.com

En nochebuena, con la ayuda de un inflador, Luisa cobró vida. Mi cuñada estaba metida en el plan, así que, a la mañana siguiente, me abrió la puerta de su casa a eso de las 7. Llegué al salón, le puse las medias a Luisa, la apoyé contra la chimenea y me tomé las galletitas y la leche que habían dejado para Papá Noel. Cuando regresé a casa no podía dejar de reír, estaba hasta nervioso por saber la reacción que tendría mi hermano horas más tarde.

Sobre las 11 de la mañana, mi hermano llamó súper emocionado a mi casa y nos contó que Papá Noel había estado en su casa y le había dejado un regalo que le había hecho muy feliz. Al perro de mi hermano no le hacía tanta gracia el nuevo miembro de la familia, no hacía más que ladrarle o huir de ella.

Cuando me contó que era una muñeca hinchable, ambos coincidimos en que debía quedarse en el salón para que todos pudiésemos contemplarla al llegar a su casa para cenar.

Enlace patrocinado

Cuando llegamos, mi abuela la vio nada más entrar y gritó "¿pero qué demonios es eso?", mi hermano se apresuró a decirle "es una muñeca abuela", a lo que mi abuela le contestó "¿pero quién juega con algo así?". Lo cierto es que se me pasaron varias personas por la mente, pero me quedé callado. "¿Dónde está su ropa?" continuó mi abuela, "mmmm, que bien huele ese pavo abuela", le contestó mi hermano, pero ella seguía mosqueada "¿por qué no tiene dientes?" preguntó. Una vez más, tenía una respuesta muy sencilla a esa pregunta, pero preferí quedarme callado, no me apetecía pasar la noche de Navidad en el hospital y gritando "¡tranquila abuela, aguanta!"

Mi abuelo, un hombre bastante mayor y con muy poca visión, me preguntó "oye, ¿quién es la chica desnuda que está al lado de la chimenea?", le dije que era una amiga de Javi, mi hermano. Unos minutos después le vi intentando ligarse a Luisa, entonces me di cuenta de que probablemente a mi abuelo ya le quedaban pocas navidades que vivir.

Shutterstock Monkey Business Images

La cena salió de escándalo. Tuvimos la clásica conversación de todos los años a cerca de los que ya han muerto, de los que probablemente mueran pronto y de lo viejos que estábamos todos ya. Entonces se escuchó un ruido y Luisa salió volando. Mi abuelo se levantó de la mesa y fue corriendo (dentro de sus posibilidades) hacia ella. Comenzó a hacerle el boca a boca como si no hubiese un mañana. Mi hermano, del susto, se había caído de la silla (tiene la típica manía de inclinar la silla hacia a atrás para que se mantenga sobre las dos patas traseras) y mi abuela se había hecho pis encima. Cuando eché un vistazo a todos y contemplé la escena, no podía parar de reír. Sin duda fue una navidad para recordar.

Más tarde, llevamos a Luisa al garaje y descubrimos que su desvanecimiento había sido causa de un mordisco del perro en la parte trasera de su rodilla derecha. Nada que un celo bien colocado no pudiese solucionar. Volvimos a inflar a Luisa y le devolvimos la vida. Creo que mi abuelo sigue llamándola cuando se siente solo."

Shutterstock Nomad_Soul
Enlace patrocinado

Aún no dejo de reír cuando leo la carta. Esa noche fue de todo menos una cena de navidad corriente.

¿Y tú has tenido alguna Navidad diferente? Háznoslo saber en los comentarios.

¡Comparte esta graciosa historia con todos tus amigos!

Enlace patrocinado
  • Compártelo en redes