Este hombre conoció a una mujer en 1972, pero nunca la volvió a ver. Hoy, le escribe una emotiva carta.

Este hombre conoció a una mujer en 1972, pero nunca la volvió a ver. Hoy, le escribe una emotiva carta.

  • Compártelo en redes
 banner
Enlace patrocinado

¿Has compartido alguna vez un momento especial con un extraño y nunca lo has vuelto a ver? Sucede más a menudo de lo que nos podamos imaginar. Esta es la historia de un hombre de Boston que conoció a una mujer en 1972 y nunca más volvió a saber de ella.

Espero que la disfrutéis:

Enlace patrocinado

"Te conocí bajo la lluvia el último día del año en en 1972, el mismo día que había decidido suicidarme.

Una semana antes, a petición de Richard Nixon y Henry Kissinger, había volado cuatro aviones de combate B-52 sobre Hanoi. Cayeron cuarenta y ocho bombas. ¿Cuántas casas destruí, cuántas vidas quité? Nunca lo sabré. Pero a los ojos de mis superiores había servido a mi país con honor y me entregaron una distinción.

Así que en la mañana de la víspera de Año Nuevo, me encontré a mi mismo en un solitario apartamento de Beacon con una botella de cerveza Tennessee en la mano y las punzadas del remordimiento calándose en mi alma sin cesar. Cuando acabé el botellín, me dirigí a la puerta e hice una promesa, al volver, iba a recuperar mi Smith & Wesson modelo 15 del armario y darme el final que merecía.

Pixabay
Enlace patrocinado

Caminé durante horas. Empecé por Fenway, antes de dirgirme más allá de Symphony Hall y llegar hasta Trinity Church. Entonces deambulé por Common, escalé la colina con su cúpula dorada y merodeé por ese encantador laberinto dividido por la calle Hannover. En el momento en el que llegué a la orilla del mar, un cielo oscuro se había abierto y una llovizna se convirtió en mi ducha. Mientras los demás peatones corrieron a resguardarse bajo toldos, yo caminé bajo la lluvia. Supongo que pensaba, o más bien tenía la esperanza, de que así podría limpiar la culpa que se había instalado en mi corazón. Pero no fue así, por lo que me dirigí de nuevo hacia el apartamento.

Y entonces te vi.

Te habías cobijado debajo del balcón de Old State House. Llevabas un vestido verde azulado, que me pareció un tanto ridículo. Tu cabello castaño estaba enmarañado en el lado derecho de tu cara, y una constelación de pecas se encontraba sobre tus hombros. Nunca había visto algo tan hermoso.

Cuando me uní a ti bajo el balcón, me miraste con tus grandes ojos verdes, y me di cuenta de que estabas llorando. Te pregunté si estabas bien. Me contestaste que habías estado mejor. Te pregunté si te apetecía una taza de café. Y me dijiste que sólo si era conmigo. Antes de que me diera tiempo a sonreír, cogiste mi mano y me llevaste por Downtown Crossing hasta Neisner's.

{keyword}
Wikimedia
Enlace patrocinado

Nos sentamos y hablamos como viejos amigos. Nos reíamos tan fácilmente como nos lamentábamos, y me confesaste, mientras te comías un trozo de tarta de nuez que estabas comprometida con un hombre al que no querías, un banquero de la nobleza de Boston. De cualquier modo, sus padres iban a celebrar una velada para recibir el Año Nuevo, de ahí el vestido.

Por mi parte, había compartido más de mí mismo de lo que podía haber imaginado posible en ese momento. No mencioné Vietnam, pero me dio la sensación de que se podía ver que había una lucha librándose dentro de mí. Aún así, tus ojos no ofrecieron lástima, y te adoré por ello.

{keyword}
Pexels

Después de una hora o así, me excusé para ir al baño. Recuerdo haberme mirado en el espejo. Me preguntaba si debía besarte, si debía decirte lo que había hecho desde la cabina de bombardeo una semana antes, si debía volver al apartamento y hacer lo que había prometido.

De camino de vuelta a donde estábamos sentados, mi corazón latía con fuerza y mi futuro, nuestro futuro parpadeaba en mi mente. Pero cuando llegué, ya te habías ido. No había número de teléfono. Ni una nota. Nada.

Enlace patrocinado

De la misma extraña forma en la que empezó nuestra relación, terminó. Estaba destrozado. Volví a Neiser todos los días durante un año, pero nunca te volví a ver. Irónicamente, la tortura de tu abandono parecía engullir mi odio hacia mí mismo, y la idea del suicidio fue de repente menos atractiva que la idea de descubrir lo que había sucedido en ese restaurante. La verdad es que en realidad nunca he dejado de preguntármelo.

Soy un viejo, y sólo recientemente le he contado la historia a alguien por primera vez, un amigo de los Veteranos de Guerra. Sugirió que te buscara en Facebook. Le dije que no sabía nada de Facebook, y que todo lo que sabía de ti era tu nombre y que habías vivido en Boston alguna vez. E incluso si por un milagro encontrara tu perfil, no estoy seguro de poder reconocerte. El tiempo es cruel.

{keyword}
Wikimedia

Este amigo mío tienen una hija muy sentimental, que es la que me la he llevado a escribir esto. Y me he dado cuenta de, que a pesar de todo, creo que nuestras conexión no se ha perdido en absoluto.

En estos 42 años he tenido una buena vida. He estado con una buena mujer. He criado un buen hombre. He visto mundo. Y me he perdonado a mí mismo. Y todo ha sido gracias a ti. No te puedes imaginar cuanto te lo agradezco.

Enlace patrocinado

Por supuesto que también tengo días duros. Mi mujer murió hace cuatro años. Mi hijo, un año después. Lloro mucho. A veces de soledad, a veces ni si quiera lo sé. A veces sigo oliendo el humo sobre Hanoi. Y entonces, una docena de veces al año, recibo un regalo. El cielo se oscurece, las nubes tapan el sol, y la lluvia empieza a caer. Entonces recuerdo.

Pixabay

Allí donde quiera que hayas ido, allí donde quiera que estés, y a donde quiera que vayas, recuerda esto: sigues conmigo."

¡Comparte esta preciosa carta con tus familiares y amigos!

Imagen de portada: Wikimedia Fuente: Shareably
Enlace patrocinado
  • Compártelo en redes