Este es el niño que quería conocer el verdadero significado de la felicidad y acabó encontrándose con ella

Este es el niño que quería conocer el verdadero significado de la felicidad y acabó encontrándose con ella

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Muchos de nosotros nos pasamos la vida buscando la buena voluntad de las personas tan ciegamente que somos incapaces de reconocerla cuando aparece justo en nuestras narices. Esta historia es una pequeña muestra de ellos.

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Había una vez un niño que quería conocer lo que significaba realmente la felicidad. Sin saber cuándo ni dónde lo encontraría, guardó unos cuantos panecillos y algunos zumos en una maleta pequeña y emprendió su viaje.

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Cuando había recorrido unas cuantas manzanas, el muchacho conoció a una anciana. La adorable viejita descansaba sentada en el banco de un parque contemplando algunas palomas.

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El muchacho se sentó junto a ella y abrió su maleta. Estaba a punto de tomarse uno de sus zumos cuando se dio cuenta de que la anciana parecía hambrienta. Sin dudarlo un segundo, metió la mano en la maleta y sacó un panecillo para ofrecérselo a la anciana. La hambrienta señora lo aceptó con gratitud y sonrió.

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Su sonrisa fue tan bella que el chico quiso verla de nuevo, esta vez sacó uno de los zumos y se lo ofreció a la anciana que una vez más esbozó una enorme sonrisa a causa del agradable regalo. El chico disfrutaba complacido de su zumo mientras observaba a la anciana. La extraña pareja permaneció allí sentada toda la tarde comiendo y sonriendo sin decir ni una palabra.

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A medida que empezaba a oscurecer, el chico se levantó pensando que ya sería hora de volver a casa, pero antes de alejarse más de tres pasos del banco, se dio la vuelta y corrió a darle un fuerte abrazo a la anciana. Ella le dedicó su mayor sonrisa.

Cuando el chico regresó a su casa poco tiempo después, su madre se sorprendió al ver la expresión de alegría que mostraba su hijo. Entonces le pregunto:"¿Qué hiciste hoy que te ha hecho tan feliz?". Él respondió: "He encontrado la verdadera felicidad." Antes de que su madre pudiera responder algo añadió: "¿Y sabes qué? ¡Tiene una de las sonrisas más hermosas que he visto nunca!"

Mientras tanto, la anciana, también radiante de alegría, regresó a su casa. Su hijo se sorprendió al ver la expresión de paz reflejada en su rostro por lo que extrañado le preguntó: "Madre, ¿qué hiciste hoy que te hizo tan feliz?". Ella respondió: "Tuve la suerte de encontrar la verdadera felicidad en el parque". Antes de que su hijo pudiese decir nada añadió: "¿Y sabes qué? ¡Es mucho más joven de lo que esperaba".

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A menudo, subestimamos el poder de una sonrisa, una palabra amable, un oído que escucha, un cumplido honesto o un pequeño acto de caridad. Incluso el menor gesto puede cambiarle la vida de alguien.

Todas las personas que conocemos durante nuestra vida están ahí por una razón, y es una lección que debemos aprender.

¡Comparte esta bonita historia con todos tus amigos!

Fuente: Hrtwarming Imagen portada: Magdaminguet
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