Madre soltera no quería que sus hijos la viesen llorar. Nunca imaginó que un extraño hiciese esto por ella...

Madre soltera no quería que sus hijos la viesen llorar. Nunca imaginó que un extraño hiciese esto por ella...

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Me dirigía a casa después de haber estado en una reunión aquella fría tarde de invierno; me encontraba en un atasco cuando el coche comenzó a hacer ruidos extraños hasta que se apagó. Afortunadamente pude apartarme de la carretera y llegar hasta una gasolinera donde no estaría obstaculizando el tráfico.

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Antes de que pudiese avisar a la grúa vi a una mujer que se resbaló mientras salía del edificio de la gasolinera y terminó golpeándose con uno de los surtidores. Me acerqué rápidamente para averiguar si se encontraba bien y cuando llegué vi que estaba llorando. Algo no iba bien, lloraba demasiado para lo que había sido aquel pequeño resbalón. Cuando le miré el rostro, pude ver a una mujer de aspecto demacrado con los ojos enrojecidos de llorar.

Mientras la ayudaba a levantarse se le cayó algo que me llamó la atención. Se trataba de una moneda, la recogí del suelo para devolvérsela y fue entonces cuando empecé a atar cabos. Una mujer llorando, un coche hasta arriba de cajas y tres niños, un surtidor que marcaba 4,95€.

Le pregunté si se encontraba bien o si necesitaba algún tipo de ayuda, ella me seguía diciendo que estaba bien, solo quería que sus hijos no la viesen llorar.

Escondidos tras el surtidor de gasolina me contó que llevaba varias horas conduciendo.

Le pagué la gasolina que necesitó para llenar el tanque de su coche y compré algo de comida para los niños además café para ella. Ella le llevó la comida a los chicos, que se abalanzaron hambrientos sobre ella.

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La mujer se quedó junto al surtidor mientras comía algunas patatas fritas y hablaba un poco conmigo. Me contó que su novio la había dejado hacía dos meses y que ella no era capaz de pagar el alquiler. En un acto de desesperación llamó a sus padres, con quienes no había hablado desde hacía 5 años.

Afortunadamente, sus padres le ofrecieron un techo donde quedarse. Ella llevaba a los niños engañados diciendo que se mudaban con los abuelos por navidad pero que luego volverían a casa.

Le di mis guantes, un abrazo y le deseé suerte en la carretera mientras caminaba hacia mi coche. Ella entonces me preguntó, "¿Eres un ángel o algo parecido?"

Sonriendo le contesté, "En esta época los ángeles están muy ocupados, así que a veces nosotros mismos debemos intentar ayudar a cualquier persona que veamos en apuros."

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