Los trastornos alimenticios, sobre todo en chicas jóvenes, son cada vez más comunes. La sociedad de hoy en día tiene establecidos unos determinados estereotipos de belleza tanto para el cuerpo masculino como para el femenino que son muy difíciles de alcanzar. Constantemente vemos mujeres "perfectas" en las revistas, cuerpos semidesnudos con piernas interminables, cinturas de avispa y una melena larga, sedosa y cuidada.
Las empresas siguen vendiéndonos el falso mito de mujer perfecta y tratándola como objeto creado únicamente para satisfacer los deseos del hombre. Todo ello lo hacen para poder vender esos "productos milagro" que constantemente prometen que obtendrás el cuerpo o el rostro de esa mujer "espectacular" si lo utilizas.
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@ampollo
Todo ello acaba afectando a la percepción que los más jóvenes tienen de la realidad. La mayoría aún no son lo suficientemente maduros mentalmente como para no sentirse influenciados por los anuncios y muchos acaban creyendo que la principal meta en sus vidas es alcanzar ese cuerpo "perfecto" que ven en la prensa o en la televisión. Es entonces cuando llegan los trastornos alimenticios.
Esto mismo es lo que le pasó a Abby Pollock, una canadiense de Toronto. Hace cinco años, la joven sufrió un trastorno alimenticio muy grave y llegó a pesar hasta 10 kilos menos de lo que debía pesar. Estaba demasiado delgada y su salud estaba por los suelos, pero ella estaba dispuesta a morir de hambre por conseguir su ideal de cuerpo 10.
En ese momento, su relación con su pareja no pasaba por una buena racha, tuvo que lidiar con el estrés que le acarreaba estudiar ingeniería y, además, a su padre le diagnosticaron cáncer. Veía que su vida se le iba de las manos y se refugió en lo único que sentía que podía controlar, su cuerpo. Ingería poco más de 900 calorías al día, menos de la mitad de lo recomendado para una chica de su edad.

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Decidió comer únicamente comida vegana y cruda. Su dieta se basaba en dos ensaladas y un batido al día y, cuando sentía hambre, masticaba un trozo de algún vegetal crudo.
Afortunadamente, en 2013 su mentalidad cambió por completo. Se cansó de vivir en una constante lucha contra el hambre y decidió ir al nutricionista. Introdujo algunos cambios en su alimentación progresivamente y comenzó a ir al gimnasio.
Actualmente, Abby consume 1700 calorías al día y ha cambiado sus entrenamientos de resistencia por entrenamientos de fuerza.
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Su nuevo estilo de vida le ha traído unos resultados que jamás se hubiese podido imaginar. No solo está en un peso saludable, sino que empezó a ganar masa muscular y ahora está tremendamente orgullosa de su cuerpo.
Todas deberíamos sentirnos orgullosas de nuestro cuerpo siempre y cuando esté sano y saludable. No dejes que los estereotipos de belleza establecidos influyan en tu alimentación ni en tu percepción sobre ti misma. Si tu objetivo es fortalecer tu cuerpo, hazlo, pero no te obsesiones con obtener ese cuerpo que deseas, porque puedes caer en hábitos poco saludables. Los excesos nunca son buenos.