Como si del cuento de Alicia en el País de las Maravillas se tratase, en las fachadas de muchas tiendas, edificios y restaurantes de la ciudad de Ann Arbor, en Michigan, han ido apareciendo desde 2005 unas pequeñas puertecitas que los lugareños llaman "las puertas de las hadas".
El padre y escritor de libros infantiles Jonathan B. Wright, "descubrió" por primera vez hace 20 años la existencia de estas puertas cuando él y su esposa, al mudarse, "encontraron" varias en su nueva casa, o eso fue lo que le contaron a sus pequeños.
Lo cierto es que fue él mismo quien las construyó para alimentar la ilusión de sus hijos. Fue en 2005, cuando decidió que la magia de estas pequeñas puertecitas debía extenderse más allá de su hogar y comenzó a instalarlas en diferentes puntos de la ciudad.
urban-fairies.com/Bob Foran Photography
El 7 de abril de 2005, la primera puerta de hadas que apareció en Ann Arbor, fue la de Sweetwaters Café y té.
Flickr Angela Reams
Diez días más tarde, aparició otra en la tienda Peaceable Kingdom.
Myra Klarman/urban-fairies.com
Unos días después apareció una nueva en la Biblioteca Pública de Ann Arbor.
Flickr Angela Reams
El hospital infantil Mott Children también cuenta con la suya propia.
Urban Fairies
La puerta de Red Shoes, una tienda de regalos, es una réplica casi exacta de la entrada real.
Urban Fairies
Las oficinas de Google, en Ann Arbor, también cuentan con su puertecita particular, aunque en este caso Jonathan bromeó escribiendo "Giggle" en vez de "Google", que significa "risilla" en inglés.
Urban Fairies
La Galería Shevel también tiene su pequeña puerta de hadas, de hecho es una de las más bonitas.
Urban Fairies
Jonathan ha creado la web Urban Fairies, donde reúne las localizaciones de todas las puertas que ha instalado y sube las fotografías de cada una de ellas. Además, ha escrito el libro "Who's Behind the Fairy Doors?" (¿Quién está detrás de las Puertas de Hadas?)
Esta idea también se ha extendido a otras ciudades cercanas, y quién sabe si en unos años, paseando por nuestra ciudad, nos encontramos con alguna.
Lo cierto es que le aportan un encanto especial a la fachada de cada edificio e incentivan la ilusión de los niños, quienes creen que dejando unos céntimos en la entrada, agradarán a "esas pequeñas y dulces criaturas que se esconden detrás de ella".
