Conmovedora historia de cómo una adolescente recuperó el ánimo tras perder una pierna en un accidente

Conmovedora historia de cómo una adolescente recuperó el ánimo tras perder una pierna en un accidente

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Esta madre presenció cómo su preciosa hija entró en depresión después de que perdiese la pierna tras un accidente de tráfico. Se sentía tan desolada que perdió las ganas de vivir hasta que un día ocurrió algo extraordinario.

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"Brenda, mira quien está aquí para verte", dijo la enfermera. Entonces la enfermera llevó a una mujer de aspecto cansado hasta la cama de la niña.

Brenda se acurrucó mirando hacia la pared. Cuando su madre le tocó el hombro, la niña llevó su cabeza hasta su propio pecho, como si intentase hacer su cuerpo más pequeño pensando que le ayudaría a desaparecer por completo.

La enfermera se dirigió hasta la madre y le dijo en voz baja, "Brenda sigue sin querer hablar con nosotros."

La madre de la niña se mordió los labios intentando no gritar. Le resultaba totalmente imposible no recordar lo feliz y risueña que era su pequeña hasta que ocurriese aquel accidente de coche que le hizo perder una pierna. Siempre fue de las chicas más populares de su clase, siempre estaba con sus amigas hablando y riendo.

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Cuando Brenda despertó por primera vez después de la operación estaba furiosa con su madre. ¿Por qué había hecho que le sucediese esto? Ahora se sentía como un bicho raro. Nadie la iba a querer como amiga. Nunca tendría una cita, jamás podría tener novio. Desde ese momento, Brenda decidió no hablar con nadie.

"Me gustaría poder traer a sus amigos para que la visiten, pero el hospital está demasiado lejos del pueblo, son tres horas de ida y otras tres horas de vuelta", dijo la madre de Brenda.

La enfermera sonrió, "No se preocupe. Tengo un plan."

Poco después de que la madre de Brenda abandonase la habitación, dos enfermeras entraron llevando consigo una silla de ruedas.

"¡Es hora de moverse Brenda!", le espetó una de las enfermeras en tono alegre. "Necesitamos esta cama para una persona que esta muy enferma, pero no te preocupes, hemos elegido la mejor compañera de habitación para ti".

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Antes de que Brenda pudiese contestar, las enfermeras la habían colocado en la silla de ruedas y la habían llevado por el pasillo hasta una habitación llena de luz, carteles y música.

"Aquí esta tu nueva compañera de habitación Annie", le dijo una de las enfermeras a una adolescente de cabello oscuro que había en otra cama. "Cuida de ella, está empezando a recuperarse y no quiero que la agobies demasiado con tus chistes malos."

No pasó ni un instante desde que las enfermeras pasasen la puerta de la habitación cuando la nueva compañera de Brenda ya se encontraba sentada justo a los pies de su cama.

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"Perdí mi pierna por un cáncer de hueso, ¿qué ocurrió con la tuya?", preguntó de forma vivaracha la joven.

Brenda se encontraba tan asombrada que era incapaz de articular ni una palabra.

"Tienes suerte", continuó Annie. "Todavía conservas la rodilla. A mí me tuvieron que quitar la mía junto a la cadera y todo, ¿ves?".

Pero los ojos de Brenda ya habían encontrado la cicatriz que se marcaba en la cavidad de su cadera vacía. Su mirada parecía estar congelada, permaneció contemplando la horripilante marca como si tuviese un imán que le impedía apartar la mirada.

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La joven volvió hasta su cama. "Me gustaría socializar un poco más pero mi novio vendrá de un momento a otro y debo estar preparada."

Ante la mirada paralizada de Brenda, Annie se acercó y se quitó el pelo. Había perdido todo el cabello de su cabeza y ahora llevaba una peluca.

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La joven rió. "Oh, se me olvidó decírtelo. Todo lo que me hice para poder acabar con el cáncer también acabó con mi pelo. Mira esto, mis padres, mi abuela, mi novio, incluso algunos amigos de la escuela me trajeron pelucas, ahora puedo llevar el peinado que quiera".

Desde su mesita de noche la joven sacó una maraña de pelucas. Había pelucas marrones, pelucas rubias, de pelo corto y de pelo largo, rizadas y lisas...

Riéndose, Annie eligió una peluca rubia rizada y se la colocó en la cabeza. Justo después comenzó a aplicarse un poco de brillo de labios y algo de maquillaje. Minutos después un grupo de chicos entró en la habitación creando un enorme revuelo. Annie presentó inmediatamente a Brenda al resto del grupo. Donald, el novio de Annie, se acercó a Brenda y le pidió que la vigilase para que no se metiese en problemas.

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En tan solo unos minutos Brenda se encontraba hablando con Annie y sus amigos como una más del grupo. No se sentía como un bicho raro entre todos aquellos adolescentes. Una de las chicas incluso le comentó a Brenda que un primo suyo utilizaba una pierna protésica con la que practicaba baloncesto y montaba en moto.

En el momento en el que las enfermeras sacaron al grupo de alborotadores, Brenda empezó a sentirse justo como antes del accidente.

Las dos chichas hablaron durante la noche. Annie compartió su sueño de convertirse en escritora. Brenda contó su fantasía de poder actuar en un teatro.

"¡Señoritas!"

Una enfermera entró durante la conversación y apuntó con una linterna a Annie y Brenda. "¡Son más de las 12!", exclamó la enfermera. "¿Qué hacéis despiertas a estas horas?".

"Nada", dijo Annie. "Estamos tumbadas porque ya no nos sentimos las piernas de tanto correr".

Todas comenzaron a reírse, Brenda fue la que se rió más fuerte de todas ellas.

Mientras los pasos de la enfermera se alejaban por el pasillo, Brenda se acurrucó bajo su manta y susurró, "Buenas noches Annie, no puedo esperar hasta mañana."

¡Comparte esta preciosa historia con todos tus amigos!

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