Se ha realizado una investigación presentada en las sesiones científicas de la American Heart Association en California en la que se ha descubierto que comer demasiado rápido aumenta nuestro peso y puede causar problemas cardíacos.
Para descubrirlo, los investigadores analizaron a más de mil personas durante 5 años. Los sujetos se hicieron exámenes médicos y completaron encuestas sobre la dieta, el ejercicio y el historial médico.
Después de ello, identificaron a los participantes como comedores lentos, normales o rápidos y descubrieron que los que comían rápido tenían más posibilidades de aumentar de peso y de tener niveles altos de azúcar en sangre y colesterol.
También tienen el doble de posibilidades de desarrollar síndrome metabólico, algo asociado con diabetes, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Comer rápido puede causar fluctuaciones en el azúcar de la sangre y por lo tanto provocar una resistencia a la insulina.
Esto podría transformarse en diabetes tipo 2 y en enfermedad cardíaca, ya que los niveles altos de azúcar en sangre dañan los nervios y los vasos sanguíneos.
También descubrieron que las personas que comían despacio tienen menos posibilidades de ser obesas.
Esto se debe a que al masticar la comida liberamos señales de plenitud al cerebro. Cuando nuestro cerebro sabe que ya ha comido lo suficiente, es menos probable que busque comida que ya no necesita.
No hay una cantidad definida sobre cuánto tiempo debemos estar comiendo, pero se recomienda fijarse en la textura y masticar la comida lo suficiente para que esta se descomponga en una consistencia suave y sin trozos.
Cuando la comida llegue al estómago, respira tranquilamente y vuelve a comer. Así permitirás comer al ritmo correcto y no arriesgarte a sufrir problemas de corazón.
