Alucinarás con el encierro anual de estos preciosos caballos. ¡Toda una tradición de más de 92 años!

Alucinarás con el encierro anual de estos preciosos caballos. ¡Toda una tradición de más de 92 años!

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Probablemente no conozcas la novela de Misty De Chincoteague de Marguerite Henry’s, que tiene lugar en la mítica isla de Chincotegue y es famosa por sus habitantes de cuatro patas.

Esta novela infantil de 1947 narra la historia de dos niños que consiguen domar un par de caballos de la isla de Chincoteague, en Virginia, y que siguen manteniendo un vínculo especial décadas después.

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Lo que algunos lectores en su infancia no supieron ni saben a día de hoy es que los caballos descritos en el libro existen en la vida real y mantienen una tradición fascinante que se mantiene actualmente.

Desde 1924, el último miércoles de Julio es conocido por un acontecimiento llamado El Encierro del Pony, una tradición real que consiste en el pastoreo de los ponies salvajes que habitan en la costa de Virginia.  

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En este año 2016, la tradición tuvo lugar un 27 de Julio. En honor al 92º aniversario de esta larga tradición, echaremos un vistazo al pasado a través de la historia de los ponis salvajes de Chincoteague.

¡Mira a continuación la galería de fotos que te dejamos para aprender un poco más sobre estas fascinantes criaturas!

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Los Ponies de Chincoteague, conocidos también como los Ponies de Assateague, son animales salvajes que viven en islas cerca de la costa del Atlántico, en Virginia y Maryland.

Según la leyenda, estos ponies salvajes fueron introducidos en la isla cuando un galeón español que transportaba una manada de caballos naufragó en esta costa durante su camino a Perú. Otra leyenda cuenta que los caballos fueron abandonados allí por una tripulación de piratas.

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En realidad, parece ser que nunca de estas alucinantes historias son verdaderas. Lo más probable es que los terratenientes de la isla, tratando de evitar una tremenda subida de tasas que tuvo lugar en el siglo XVII, mantuvieran a sus caballos alejados en esta costa, para no tener que pagar los impuestos por poseerlos.

Los caballos nadaron a islas vecinas, y poco a poco se fueron convirtiendo en animales salvajes a medida que los años pasaron.

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Con el paso del tiempo, muchos de los caballos fueron atrapados y llevados de vuelta a la ciudad, para tratar de venderlos.

Estos ponies tenían un gran valor por su inteligencia y su capacidad para ser adiestrados, así que frecuentemente se utilizaban para cazar o como animales de transporte una vez eran domesticados.

Desafortunadamente, el aislamiento de la manada condujo a la endogamia con lo que la salud y la fortaleza de los ponies fue disminuyendo cada vez más.  

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No fué hasta el siglo XX cuando la gente empezó a tomar conciencia y a hacer un esfuerzo para proteger y estabilizar el linaje de los ponies que se había ido desarrollando en las islas.

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Lo primero que se hizo fué la introducción de otras especies de ponies para aportar variedad genética a la población, y propiciar así que los caballos crecieran sanos y fuertes.

Fue entonces en 1924, cuando el Departamento de Voluntariado de Fuego de Chincoteague formalizó la tradición ahora conocida como el encierro o maratón de los Ponies.

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A principios de 1920, Chincoteague fue devastado por un incendio alentado por la vegetación tan seca que poblaba la isla y la estación de bomberos del pueblo combatió el problema ayudados por los caballos.

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El primer encierro de los ponies se concibió como una manera de recaudar fondos, en el que la venta de los caballos se destinaría para cubrir los gastos de este departamento.

Al final, lo que empezó siendo un acto de recaudación, terminó convirtiéndose en una tradición que da la esencia a la isla en estos tiempos.

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Hoy en día, hay alrededor de unos 300 ponies habitando la Isla de Assateague, y más de la mitad siguen sirviendo a la estación de bomberos (conocido como DVFC).

Cada año, hombres montados a caballo van a la isla y rodean la parte de la manada que sigue trabajando con el DVFC y, juntos, nadan desde Assateague a Chincoteague, atravesando un estrecha lámina de agua de muy poca profundidad, siendo guiados por la manada y aquellos que acuden a observar. 

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Si hay algún caballo que no sea capaz de nadar, es transportado en un tráiler mientras que aquellos sanos y fuertes nadan por sí mismos. Todo este encierro tiene una duración aproximada de 5 a 10 minutos.

En Chincoteague se encuentran todos los asistentes al evento que viene de la isla para ver a los caballos en acción, llegando a alcanzar los 50.000 participantes en los últimos años.

Al final, un reducido número de caballos ofrecen una actuación con el apoyo y la protección del DVFC, mientras el resto de los ponies regresan a Assateague.

¡Comparte esta bonita tradición con tus amigos y familiares!

Fuente: Little Things Imagen de portada: Wikimedia Commons

 

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