Los teléfonos inteligentes han cambiado mucho la forma de vivir y comunicarnos. Nos permiten mantener el contacto con alguien en cualquier lugar y momento. Pero no muy tarde, los padres tienen que enfrentarse a la decisión de si ya es hora de darle un teléfono a sus hijos o si aún es demasiado pronto.
Los teléfonos suelen ser útiles para los padres ya que son una forma de mantener controlados a los niños. Pero hay que tener en cuenta que con ellos les damos un acceso fácil a los medios sociales y esto puede crear más problemas de los que soluciona.
Jesse Weinberger es un experto en seguridad en Internet que da conferencias sobre los peligros de la socialización digital. «Mi regla es no dar el teléfono a niños más pequeños de 13 o 14 años. Hay una falta de pensamiento crítico antes de esa edad, pierden el control de los impulsos y creen todo lo que ven,» dice Weinberger.
Tener un teléfono propio puede ser muy problemático. Su fácil alcance crea una atmósfera distinta. Aplicaciones como Instagram o Facebook no están destinadas a niños menores de 13 años. Sin embargo, los niños lo ignoran y se hacen las cuentas. Las utilizan para validar su posición social mediante seguidores y me gustas.
«Los niños mienten. El 80% levantará la mano si les preguntas que si tienen instagram. Los padres no tienen ni idea de lo que está pasando,» dice Weinberger.
Algunos adultos piensan que monitorizando o restringiendo el contenido inapropiado del teléfono de sus hijos pueden resolver estos problemas. Jesse advierte que la monitorización puede convertirse en un trabajo a tiempo parcial.
Pero el peligro del teléfono inteligente no solo se limita a las interacciones sociales. También hay un riesgo fisiológico ya que los dispositivos retroiluminados utilizados antes de dormir interrumpen los ritmos del sueño y comprobar el correo electrónico lleva a la apnea del correo electrónico, donde inconscientemente detenemos nuestra respiración y actualizamos para ver si ha llegado algo nuevo. Estas cosas podrían resultar perjudiciales en los cuerpos en desarrollo.
Al final son los padres los que tienen que decidir si su hijo es capaz de usar un teléfono inteligente de manera responsable o no. Weinberger cuenta que la clave está en establecer límites en su uso y educar a los niños explicándole los posibles riesgos. Weinberger dice que la pregunta no es cuándo un niño está listo para un teléfono, sino cuándo está listo el padre.